Energy Breaker (JRPG / Tactical, Super Famicom)

Precedido por el clamoroso éxito de sus anteriores RPG para Super Nintendo, Lufia & the Fortress of Doom, Lufia II: Rise of the Sinistrals (con los que este título parece compartir algo más que su compañía desarrolladora), además del innovador Chaos Seed, Neverland lanzaba su última apuesta para la consola en el invierno de su vida, a mediados de 1996. Un juego que vuelvo a comenzar tras haber abandonado hace ya muchos años debido a la barrera idiomática, algo insólito en mí. Y es que no me canso de decirlo. Para un plataformas, un juego de puzle o un simulador deportivo, esto puede ser un hándicap menor, pero de ningún modo se debe emprender un RPG en un idioma ininteligible, ya que de esta forma jamás se podrá captar su esencia. Un pecado capital que he expiado plenamente en este segundo encuentro con él. Energy Breaker es un título distinto en muchos aspectos. Su mecánica, su forma de contar la historia, y ciertos elementos lo convierten en un ejemplar casi único en su género y sistema, y también en algo irresistiblemente atractivo desde un primer contacto. Siendo un tardío exclusivo japonés, se dice que tan solo se pusieron a la venta 5000 unidades, con lo que no cuesta imaginar su descabellado precio actual de mercado.

El insondable misterio con el que una voz en off, nacida de los sueños de la protagonista, nos guía en los primeros segundos del juego, va a ser una constante en toda la obra. Myra, que así se llama, es una jovencita que parte de aventuras buscando insuflar algo de emoción a su existencia, pero también encontrar estímulos que reviertan su amnesia y le recuerden su verdadera identidad. Durante su odisea, pronto comprenderá que el mundo no es sino un sueño efímero, como aquellos que atormentan cada noche su descanso, un lugar enigmático, frágil y cruel, predestinado a girar eternamente en un ciclo de destrucción y renacimiento que lleva sucediéndose desde el inicio de los tiempos, orquestado por una conciencia superior que busca crear una realidad utópica erradicando la imperfección humana. La historia está plagada de giros y sorpresas, y puede resultar algo confusa debido a su naturaleza, estructura, y velocidad narrativa, pero también a su intencionada tendencia de no siempre revelarnos sus incógnitas de forma explícita, dejándolas abiertas, en muchas ocasiones, a nuestra capacidad deductiva. Puede, incluso, llegar a intimidar la acumulación masiva de preguntas sin responder, pero al mismo tiempo, eso provocará que no podamos dejar de jugar. Un engranaje en constante movimiento, con nuevas misiones, sucesos paralelos, épicas revelaciones y encuentros, y todo ello marcado por una agradable espontaneidad, y ese perseverante y seductor velo de misterio que cubre tanto a los eventos como a los personajes. Estos últimos se presentan a buen ritmo, y sobre todo los principales, fueron cuidados de una forma extraordinaria. Las cuatro emperatrices de la luz, los generales oscuros, y sobre todo, los Sekrelitas de cada fuerza de la naturaleza, son muy interesantes, sus contextos no dejan de ampliarse, y poseen personalidades, papeles, designios, relaciones y elementos muy definidos, que a su vez, enriquecen considerablemente el mundo y la profunda trama. La dualidad está presente como algo fundamental: en las energías elementales, en el balance del mundo, en los destinos, en el ya mencionado ciclo, e incluso en las encarnaciones que podríamos entender como Dios (Selphia) y Diablo (Oriales). Que no os confunda ese cariz luminoso, optimista, dulzón y casi cómico de los primeros pasos. La historia está salpicada también por la devastación, muertes de personajes clave, desamores, grandiosos momentos inundados de melancolía, traiciones, culpa y sentidas redenciones. Mención especial para el ending, con el que es difícil retener las lágrimas, y para la pantalla final (que me tiene obsesionado), una de las más tristes, místicas y evocadoras que he visto en un RPG.

Debido a sus lustrosas, y a veces enrevesadas, pantallas isométricas, que transforman cada porción de lugar en encantadores dioramas, Energy Breaker puede transmitir ciertas vibraciones ‘Filmation’ irresistibles. Y aunque sus similitudes con los legendarios títulos que empleaban esta técnica, como Head Over Heels o Solstice / Equinox, terminan en el plano visual (y en el control del personaje), es uno de sus más poderosos imanes para atraer al jugador, desviándose de la clásica vista cenital y presentando un mundo mucho más vivo y de mayor belleza plástica. Solamente es uno de los motivos que hacen que este título adquiera una personalidad arrebatadora. Hay un sinfín de detalles que admirar en sus escenarios, sus texturas, o los elementos que contienen. Desde las construcciones hasta los entornos, a veces repletos de naturaleza, a veces de cálida cotidianidad, ostentan tanto carisma como lo hacen sus sprites, personajes de ojos enormes con regusto anime, y los originales enemigos, variados (goblins, cíclopes, bestias aladas, hechiceros…), y muy perfilados en su dibujo. Sus animaciones, fluidas y vistosas, algunas de ellas exclusivas de momentos puntuales, son una auténtica delicia, a veces más cercanas a la generación posterior que a una creación de 16 bits, igual que los relucientes avatares del menú. Es uno de esos juegos con los que no puedes esperar a ver la siguiente pantalla. Ciertas estampas, como la enorme y vetusta crisálida que aloja a Dariem en la parte baja del bosque (uno de mis lugares favoritos), o el mastodóntico engendro que sella el cuerpo de Kendal en el interior del volcán, son realmente impresionantes, aparte de otros hallazgos que potencian aún más el clima de misterio, como máquinas olvidadas en el desierto, perturbadores laboratorios ancestrales… o etapas que me han enamorado hasta el tuétano, como el viaje al interior de un vientre, o ese accidentado trayecto en tren hasta la ciudad de Pioneer. Tanto esta última como Olga Town, son un remanso de paz, transmitiendo candor a raudales, aunque se echan en falta más interiores, viendo la calidad de las habitaciones o tabernas. También queda en solitario esa secuencia nocturna a las puertas del hotel, de una hermosura fascinante. Desde el efecto acuático en la pantalla de título, al enorme sprite de la mujer que nos llama, pasando por la multitud de efectos gráficos en las espectaculares magias, no se escatimó en florituras: haces de luz, sombras de nubes, objetos vectoriales, brillos, filtros y máscaras de capa, sprites gigantes… Los fondos, por lo general, son planos y monocromáticos, pero aun así, podremos deleitarnos con montañas, reflejos dorados y un scroll de altura bastante inspirado en Hount Highlands, así como con los jeroglíficos del Golden Temple, o las Cascadas de los Deseos, en lo que respecta a las mazmorras.

Yuusei Yamamoto, Yukio Nakajima (principal autor) y Yasunori Shiono, padre del trabajo musical de los dos primeros Lufia, lograron dar a luz una banda sonora que, para mí, es superior incluso a la de estos títulos. Se podría decir que es uno de los vehículos emocionales más potentes con los que cuenta el juego. Incluso sin acompañar a ninguna acción o suceso particularmente especial, cada tema nos llena, nos hace vibrar, describiendo por sí mismos la esencia de los distintos lugares. Como ejemplo, la plácida y envolvente melodía que nos embelesa nada más salir del hotel Arbour Pavilion, que con sus notas evoca el paso de las nubes, el rústico caserón, o la hierba fresca a su alrededor. Son, ante todo, composiciones tremendamente expresivas, y en ello radica su mayor potencial. Sus tesituras y armonías, magistralmente construidas, pueden recordar a autores como Hiroki Kikuta o Miyoko Kobayashi, con un rango de tonalidades e intensidades casi infinito que cubre prácticamente todos los ambientes y situaciones, y los hace resplandecer más allá de lo que ven nuestros ojos, consiguiendo que cobren vida plena en nuestra imaginación. Existen algunas variaciones entre ellas, y así veremos esos hermosos y tristes tintineos de una caja de música transformados en toda una sinfonía de voces corales sintetizadas y guitarras, llevando al incomparable chip sonoro de Super Nintendo a su más glorioso esplendor. Incluso dentro de una misma composición podemos apreciar evoluciones sonoras y rítmicas de lo más impredecible, y esto es especialmente patente en los temas de corte más progresivo, que son abundantes, y desbordan virtuosismo. Por tanto, tampoco renuncia a partituras más rápidas y dramáticas cuando las cosas se ponen tensas para nuestros protagonistas, ni a grandes contrastes, mezclando oscuros colchones de bajos con slap con notas sutiles en los lugares más amenazantes. Todo ello, sin abusar de sobredimensionadas orquestaciones, y manteniendo siempre el foco en la melodía. Las músicas cambian entre ‘épocas’, hay tres temas distintos de overworld, y os aconsejo vivamente que no dejéis de paladear ese sublime variación nocturna que tan solo sonará durante unos minutos. También ha sido una alegría enorme volver a escuchar, en una nueva versión, el tema de la flor Priphea. Percusiones variadas en sonido e intensidad, cuerdas acústicas, acordeones, pianos, trompetas, clarinetes o armónicas, son algunos de los instrumentos que disfrutaremos con una calidad sonora y definición extraordinarias. La OST se corona, en el ending, con un remix de partes de varias melodías, y finalmente, con un temazo de más de 4 minutos de duración. Cerca de 50 piezas musicales, todas ellas audibles desde un primer momento gracias al test sonoro, que también se editaron en CD, en un verdadero acto de justicia.

A pesar de sus más que obvios elementos del género, y siempre bajo mi punto de vista, no considero a Energy Breaker un Tactical RPG puro, tal como lo son Vandal Hearts, Tactics Ogre, o Run=Dim as BlackSoul, sino más bien como un JRPG con combates de tipo táctico. La principal diferencia aquí reside en que no solo iremos empalmando batalla tras batalla. Su mecánica en conjunto se podría equiparar a juegos como Shining Force (pero con eventos jugables extra-bélicos mucho más desarrollados), o a Live a Live y sus combates más estratégicos. Este bien medido equilibrio entre ambos mundos conlleva a que aspectos como la trama, o la libertad de acción y exploración, posean más dinamismo y profundidad. Aun así, las contiendas no dejan de tener un peso muy significativo. En su ejecución, son bastante simplificadas, y si bien aportan cierto reto, los amantes de los Tactical pueden echar en falta una mayor dificultad. Sea como sea, resultan muy jugables y divertidas. No hay muerte permanente, son de duración media, y aquellos combates ya superados con anterioridad se pueden eludir, aunque se van actualizando en dificultad, y nunca viene mal algún grindeo extra. El sistema es muy ingenioso, tanto en lo referente a los puntos de combate, como al sistema de energías. Por una parte, nuestra acción estará condicionada por dichos puntos, que son inversamente proporcionales al daño recibido. Y por otra, con la experiencia ganamos fragmentos de energía elemental que podremos distribuir a nuestro antojo para tener acceso a nuevas habilidades, siguiendo las indicaciones de los 21 grimorios. En los periodos de acción libre, moverse entre localizaciones es algo inmediato gracias al mapa, y al explorarlas, casi todo es susceptible de ser analizado, por lo que conviene peinar cada área en busca de suculentos ítems ocultos. Nuestra heroína puede saltar, buscar, y por supuesto, conversar, y aquí encontramos otra curiosa particularidad. Según la actitud con la que abordemos las conversaciones (que cambian con mucha frecuencia), podremos desbloquear más temas, y revelar así nuevos datos o lugares a visitar. Una característica avanzada para la época, aunque limitada y poco aprovechada. Por lo demás, el sistema de compraventa es muy cómodo e intuitivo, al contrario que los menús, a los que cuesta cogerles el tranquillo por lo rebuscados que pueden ser, contando con un inventario ridículamente escueto que, por fortuna, podremos ampliar. Me ha encantado el diseño de las mazmorras, y no solo por sus mapeados, sino también el hecho de que algunas están interconectadas con otras mediante distintos pasadizos y entradas. Además, muchos detalles del mundo cambian dependiendo de la ‘época’. Pero esto último, tal como hace este maravilloso RPG con algunos de sus misterios, es algo que dejo abierto a quien se aventure a descubrirlo.

Es parco en indicaciones sobre mecánica y menús, pero superada la desorientación inicial, Energy Breaker pasa a ser una experiencia de notable muy alto, terriblemente cautivadora, que no podremos dejar hasta ver la pantalla final, su último y quizá más fascinante enigma. Le sobran alicientes para ello: su deslumbrante perspectiva isométrica, calidad en sus diseños, un tono encantador, su preciosa y armónica banda sonora… y sobre todo, aspecto crucial en un RPG, su capacidad de generar todo tipo de emociones con cada movimiento argumental, desde alegres carcajadas, hasta desconcierto o la más desoladora tristeza, dejándonos estampas mágicas y estremecedoras, como esas tumbas de hielo, los estratos ancestrales, o los sucesos en la cima de Hount Highlands. Un tesoro invaluable, tardío y underground que pide a gritos ser desenterrado y reivindicado, pero no como un refrito infame que deforme su esencia original y/o rasgos de época, sino en su forma más pura y original.

P.D. Muchas gracias al compañero José Valdés por haber reavivado mis ganas de volver a este juegazo.


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¿Conexiones con Lufia? (¡OJO, spoilers!)

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Las numerosas teorías existentes sobre la supuesta vinculación entre Energy Breaker y la reconocida saga Lufia, no oficiales, pero harto interesantes, llegaron a mi conocimiento una vez concluí la aventura, aunque en verdad, ya encontré durante ella numerosos indicios que me resultaron curiosos y extrañamente familiares al mismo tiempo. He de reconocer que este es un tema que me ha tenido pegado a la pantalla durante muchas horas, buscando e indagando a través de la Red acerca de rumores y especulaciones. De todas formas, vaya por delante que afirmar que Energy Breaker es una precuela, o incluso un spin-off de Lufia / Estpolis es, como poco… atrevido, por la falta de argumentos contundentes, y sobre todo, la imposibilidad de confirmar con rotundidad todos estos hechos. Quizá tan solo fuesen pequeños easter-eggs que los programadores de Neverland (compañía que desarrolló los tres juegos aquí mencionados) dejaron repartidos por la propia aventura, sin segundas intenciones. O quizá no… Lo cierto es que, aunque como referencias tienen muy poco o ningún peso en la historia, como hechos en sí mismos, tienen una mayor relevancia. Son, concretamente, la misión de cultivar la flor Priphea, y la aparición de la Dual Blade, el arma más poderosa, y con alma propia, que aparece en los dos primeros capítulos de Lufia. Dos símbolos importantes, sin duda, pero aún hay una tercera ‘pista’ más explícita, y es la aparición de una chica, en el ending del juego, llamada Lufia, que descubre en ese momento la existencia de la citada flor. Además, la melodía ‘Priphea Flowers’, que aparece justo entonces, es la misma que suena en ambos Lufia (aunque con distintos instrumentos). En la Dual Blade, sin embargo, descansa la teoría que más me ha atrapado, y que podría tener una fuerte relación con la inquietante y enigmática escena final. En ella vemos, sin aparente contexto, a Leon sentado sobre el lecho marino, presumiblemente muerto y ya deteriorado, tras haber cumplido con su destino. Leon es el único personaje que puede empuñar la Dual Blade en el juego. De repente, en la misma escena, un espíritu (¿recordáis lo del alma propia de la espada?) se acerca a su cuerpo, y parece ‘fundirse’ con él. Pero lo más impactante de todo es que, en el primer Lufia, encontramos dicha espada precisamente en un templo situado en las profundidades del mar… Pinchando AQUÍ podéis leer, en inglés, una interesante reflexión / síntesis sobre todas estas teorías, donde además, se cuestiona si podría haber alguna relación entre la Sinistral Erim (del universo Lufia) y la protagonista de Energy Breaker, o entre la isla Zemlia y la isla Doom de ambos juegos.


- Lo que más me gusta: Enfoque argumental muy emotivo. Lleno de ideas originales. Personajes sólidos y muy bien contextualizados. Músicas maravillosas, con enorme calidad instrumental y creativa.

- Lo que menos me gusta: Faltaría un pequeño tutorial, más interiores, un inventario mayor, y un mejor aprovechamiento de la idea de los estados de humor. Algunos echarán en falta más dificultad (yo no).

----OTROS ANÁLISIS RECOMENDADOS----

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La Música de este RPG

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Recomiendo encarecidamente darle una escucha al CD que se editó con la banda sonora al completo de este Energy Breaker, incluyendo temas con unos arreglos espectaculares, realizados por sus propios compositores. Sin embargo, aquí como siempre vamos a centrarnos en admirar esa belleza chiptune original, que no es poca cosa tratándose de unas creaciones musicales tan maravillosas, que exprimieron el prodigioso SONY SPC700 de Super Nintendo hasta sus últimas capacidades. Entre la variedad e inmensidad de sensaciones que existen en sus más de 50 composiciones, me quedo con estas.

Voice of Awakening. Toda la esencia de este RPG queda perfectamente plasmada ya en una de las primeras canciones. Pura gloria sonora, desde sus escalas cambiantes hasta los vientos, o los violines que la complementan a modo de base. Fijaos qué sutileza, que soberbia elegancia, y cuántas sensaciones es capaz de transmitir este tema (optimismo, intriga, misticismo, nostalgia...) con tan solo unos pocos instrumentos y unos cambios melódicos y armonías tan sutiles y delicadas. Me recuerda al Hiroki Kikuta de Secret of Mana o Seiken Densetsu 3, donde no desentonaría un ápice.



The Sky's Brilliance. Los momentos de sosiego, y en general, la parte más cálida de este Energy Breaker es la que más me ha llegado, y este es uno de los temas que mejor representan esa faceta. Las guitarras clásicas, uno de los instrumentos que más destacan en la banda sonora, se lucen aquí a lo grande, en forma de arpegios que imbuyen la sensación de paz absoluta que se respira con ella de fondo. Pero sin duda, es el sonido de la armónica lo que le da definitivamente ese brillo único, ese sentimiento rústico y cotidiano, y esa naturalidad que nos embarga casi sin quererlo.



Scientist's Waltz. Una de las pocas aportaciones de Yuusei Yamamoto, pero posiblemente una de las composiciones más personales y únicas del juego. Como sucede con muchas otras, tan solo podremos disfrutar de ella en momentos muy concretos y exclusivos del juego, así que atentos a ella, porque es una verdadera maravilla. Un vals enigmático, casi inquietante, con un tono ensoñador y una melodía de esas que son capaces de transportarnos más allá del propio juego. Vientos y oboes son sus principales elementos, con una progresión de instrumentos y nuevas líneas casi constante.



Thoughts Unarrived 2. Posiblemente, se la pueda considerar una de las principales del juego, no por la frecuencia con la que aparece, sino por los momentos de peso que ambienta, y sobre todo, por su impacto en nosotros gracias a su innegable contenido emocional. El '2' significa que es una versión de la original, formada únicamente por tintineos de una caja de música, aunque si bien la primera me resulta tremendamente encantadora, esta es todavía más profunda y sentida, con voces y varias subidas de intensidad, donde de nuevo vuelven a brillar las cuerdas clásicas.



Newly-Settled Town. Hasta el momento, han sonado temas que nos indican la dirección musical de esta aventura. Pero lo que escuchamos al salir del hotel... es otro nivel. Jamás me esperaba una melodía tan increíblemente bonita. Escucharla, no importa cuantas veces, siempre ha sido un gozo indescriptible. Compuesta únicamente por guitarra clásica, sus armonías, la forma de su melodía, cada vez más emotiva y luminosa, y su calidad sonora, son dignas de quedarnos escuchándola un buen rato sin hacer nada más. Sin duda, un tema que quedará por siempre grabado en mi corazón.



Runaway Train. Hemos escuchado la vertiente más armoniosa de su banda sonora, pero eso no quiere decir que no haya otras más densas, oscuras y/o virtuosas, y este tema es perfecto como ejemplo. Engaña en el primer segundo, para lanzarnos sin piedad una oleada de percusiones y bajos progresivos que rápidamente nos pondrán a tono. Es algo incolora hasta que empiezan a aparecer los acompañamientos orquestales, proporcionando una fuerza tan increíble al tema, que nos hará cerrar los puños en sus últimos compases ante tal subidón épico. Es tan desbocada como el mismo tren sin frenos en donde suena, y eso para mí la hace más perfecta todavía.



No siempre incluyo en esta selección, por tema de peso, tantos cortes como me gustaría, pero especialmente en esta ocasión, se me han quedado muchísimos más de los habituales en el tintero. Así de rematadamente buena es la banda sonora de este Energy Breaker.