Kouryuu Densetsu Villgust - Kieta Shoujo (Super Famicom, J-RPG)

No fue un caso del todo insólito, pero desde luego, sí bastante atípico. Y ya no por lo que se hizo con esta saga en cuestión (si es que se puede considerar de tal forma), sino por el corto intervalo de tiempo en que sucedió todo, y lo poco que tardó en caer en el olvido más absoluto. Lo de Villgust fue un ataque triple, o si se prefiere, una estrategia a tres bandas. Primero llegó, de la mano de WinkySoft, este JRPG para Super Famicom, Kouryuu Densetsu Villgust, en Mayo 1992. Un mes después, se publicó el manga correspondiente, y en 1993, una miniserie de dos OVAs, y otra historia alternativa (‘gaiden’) que, curiosamente, apareció en una consola de anterior generación como la Famicom. Todo ello, por supuesto, quedó estrictamente relegado al más puro ámbito japonés, y además, todas las obras, en sus diversos formatos, contaron con argumentos completamente distintos, con solo unos pocos elementos en común. Esta review, se centra en el JRPG para la 16 bits de Nintendo, que se situó entre los 10 primeros lanzados para la consola (algo que hay que tener muy en cuenta a la hora de valorarlo), y que, de forma bastante evidente en algunos aspectos, bebió abundantemente de las aguas de los primeros Dragon Quest.

El manga solo lo he repasado por encima en japonés, y todavía no he jugado a la entrega para Famicom, por lo que solo puedo comparar la narrativa de este JRPG con la del anime que dirigió Katsuhiko Nishijima. Y si os soy sincero, me decanto por la del juego. No es que estemos ante una trama de gran profundidad, compleja, de las que te deja unas sensaciones y recuerdos imborrables, o de las que transporta tus emociones hasta el límite. Más bien se podría etiquetar de sencilla, algo plana, y demasiado convencional, pero mientras que la de la serie animada la supera en cuanto a sentido del humor, esta que vivimos a través de nuestra Super Famicom sobresale por ciertos puntos de originalidad, como ese pequeño contraste entre realidad cotidiana y fantasía, y sobre todo, la utilización de los sueños para materializar al principal antagonista de la aventura. Nuestro héroe, Shun, no es más que un estudiante de instituto, pero con poderes que despiertan en un universo paralelo de fantasía. Villgust, que así se llama, afronta una grave crisis. Una conspiración, instigada por el sombrío grupo ‘Vile’, pretende resucitar a un malévolo dios que ya fue derrotado en tiempos ancestrales. La diosa Windene, guardiana de la paz y la bondad en Villgust, ve en Shun a la figura catalizadora del grupo rebelde que pretende poner fin a dichos rituales, y lo lleva a su dimensión. Sin embargo, su amiga Michiko, ajena a todo este plan, también es transportada, y será secuestrada por Vile, que la usará como anfitriona para la resurrección del mayor mal que jamás haya azotado aquellas tierras. Nada más aparecer allí, Shun se encuentra con quienes serán sus compañeros hasta la victoria final, y comenzará entonces su heroica lucha por el bien, y la interminable búsqueda de su compañera. En verdad, no será hasta bien avanzado el juego cuando conoceremos los verdaderos pormenores y motivaciones de nuestro fantasioso viaje, de la unión al grupo de resistencia RAGE, o el origen del verdadero causante de todo. La trama se desarrolla con una fluidez muy agradable, gracias al hecho de que se va alimentando poco a poco, pero de forma constante, o bien a través de la información que captaremos de los lugareños, o bien a través de la gran cantidad de eventos que irán animando el ritmo y modificando el rumbo de la odisea. Entre ellos, hay algunos que me han gustado y sorprendido especialmente, como varias traiciones (incluyendo una del propio protagonista), la falsa ilusión de una muerte, o ese viaje a lomos de una ballena, momentos que crean picos moderados de emotividad y que, seguramente, serán los que perduren en la memoria del jugador, de una historia que, por otra parte, no deja de ser bastante lineal y trillada.
No enamora a primera vista, pero posee cierto encanto. De hecho, sus diseños, tamaños y colorido, se encuentran por encima de varios contemporáneos, como Romancing SaGa o Inindo: Way of the Ninja, y como poco, al mismo nivel de otros posteriores, como Secret of the Stars. Su aspecto es alegre y de tonalidades vivas, y lo primero que llama la atención es la constitución de los personajes, extremadamente ‘chibi’, con perfilados limpios, bien definidos y ciertamente carismáticos. En definitiva, bien graciosotes, algo que se aplica también a todos los NPC que encontramos, escasos, pero distintos en cada emplazamiento… aunque los cuadros de animación casi brillen por su ausencia. El scroll es suave, y el desplazamiento bastante dinámico, a pesar de la limitación de las cuatro direcciones. En lo que concierne a los enemigos, la cosa no deja de mejorar conforme progresamos. Creaciones bastante originales, de buenas dimensiones (sobre todo hacia el final, con los trolls, salamanders, engendros biomecánicos, y especialmente los jefazos más tochos), y variados, como 4 o 5 diferentes por tramo. Tardan bastante en repetirse con otros colores, y nunca se llega a abusar de la consabida triquiñuela. Sin embargo, presenta uno de los mismos defectos que, por ejemplo, ambos Lufia: las ciudades. Existe nada menos que una veintena visitables, pero la decepción nos embarga al darnos cuenta de que prácticamente son todas iguales, cambiando únicamente la distribución de los edificios, que sobre todo en el caso de los principales, tienen siempre (salvo casos muy concretos) el mismo diseño. Solo se puede entrar en algunos de ellos, aunque los interiores tampoco merecen demasiado la pena. Poco acomodados, bastante vagos, y en los que prácticamente se puede aplicar aquello de ‘visto uno, vistos todos’. Eso no quiere decir que no contengan decoraciones, como chimeneas, alfombras, cenefas o mobiliario, así como los pueblos tienen sus riachuelos, pozos o árboles, pero todo muy justito. Al menos no resultan demasiado angostos. Este problema se relaja un poco, curiosamente, en las mazmorras. Algunas son muy repetitivas, pero otras, como el castillo en ruinas de Minx, o esa zona interdimensional de cariz onírico, son un ligero soplo de aire fresco por su concepto, comparadas al menos con el mapamundi, que muestra exactamente los mismos elementos durante todas y cada una de sus etapas, algo que acaba desmotivando un poco. Tampoco existe nada verdaderamente espectacular en las batallas. Dada su perspectiva, un pequeño fondo les habría venido de perlas, en lugar de los insípidos patrones, apenas hay animaciones, y solo las magias más avanzadas captarán nuestra atención con algún efecto chulo, a los que hay que unir algunas transparencias o atisbos de Modo 7 muy localizados durante la aventura.
En ocasiones, encontramos RPGs de muy corta duración con una cantidad ingente de temas, que denotan el enorme empeño de sus compositores, al menos, por sembrar la variedad sonora. Lamentablemente, con este Villgust nos encontramos casi con la situación inversa. Tampoco son ninguna barbaridad las 30 horas aproximadas de duración del juego, pero aun así, solo catorce temas se nos antojan, a todas luces, insuficientes. Y a diversos ejemplos me remito. En todas las ciudades, sin excepción, suena siempre el mismo tema. Un ritmo reggae de lo más refrescante y divertido, sí, de buen nivel y entretenido, pero no lo suficiente para ser el único representante, y menos aún cuando en las ciudades encontramos situaciones distintas, algunas dramáticas, u otras más intrigantes, que precisan de un mayor espectro musical. En conjunto, no he encontrado nada que me haya logrado subir el pulso de emoción, o sumergirme de forma extraordinaria. No es que estén mal compuestas, ni que sean desagradables, en absoluto, pero la simpleza, e incluso la monotonía, llega a ser una nota tan dominante, que la mayoría de las veces quedan como algo secundario. Entrando más en detalle, no encontraremos virguerías compositivas, ni contrastes rompedores de escalas, ni cambios de intensidad interesantes, todas son demasiado convencionales y, en cierto modo, poco genuinas, incluyendo la que más distinción debería tener, que es la de título. En ciertas partes, encontraremos algún órgano, o clavicordio, que suenan bastante bien, pero por lo general, los instrumentos no tienen definición, y las orquestaciones son casi inexistentes, aunque sí hay que hacer hincapié en lo trabajados que suelen estar los bajos, suenan bien, y a nivel de acompañamiento aportan bastante cuerpo a gran parte de las melodías. Aun así, con tan pocos exponentes, es moderadamente variada, y por fortuna, mejora en su parte final, donde se amplía la diversidad y se intensifica el número de cortes nuevos y exclusivos. Tras cada uno de los grandes viajes por mar, la música del mapeado cambiará, y lo cierto es que dos de ellas están realmente bien, transpiran aventura y/o exotismo, pero aquella con la que más tiempo pasaremos, en el continente de Gora, se vuelve cansina y enervante por su repetitivo ritmo y sonoridad. Choca bastante (y eso me gusta) esa especie de calma dramática en los temas de los enfrentamientos con los final boss, a las que se unen el resto de melodías de carácter atmosférico, con bases gruesas y oscuras, que logran establecer cierta tensión, sobre todo, en las mazmorras. Alguna de ellas posee más detalles de lo esperado, incluso algunos efectos inusuales, como los sonidos mecánicos que suenan al final de la pieza Dungeons, u oscilaciones de notas casi disonantes. Si al menos no tuviesen una duración cíclica tan corta…
También encontramos varias referencias a Dragon Quest en los menús, en el uso del búmeran, o los bruscos saltos de dificultad por zonas. No necesita de ningún tutorial, ya que apuesta por el ABC del género en cuanto a su mecánica, con una simplicidad y sencillez en sus comandos que muchos jugadores neófitos agradecerán. De hecho, creo que podría ser un título idóneo para la iniciación en el JRPG, como lo es por ejemplo Mystic Quest Legend, con combates por turnos enormemente clásicos en su concepción, y de muy intuitivo manejo, golpes, magias, varios niveles de impactos críticos, unos pocos efectos adversos… y poco más. Me centro en las batallas, más que en otras características, porque en ellas, o más concretamente, en la dinámica de progreso, se encuentra el mayor rasgo de singularidad de este RPG, y que no recuerdo haber visto en ningún otro. Se trata de un sistema que establece un ‘tope’ de nivel por cara área, y conforme incrementemos el nuestro, se irán reduciendo paulatinamente las ganancias de dinero y de experiencia, y la asiduidad de los encuentros. Así, el juego nos invita a avanzar sin estancarnos demasiado. La necesidad imperiosa de renovar constantemente equipo, magias y nivel antes de explorar nuevas zonas, mayormente nos obligará a practicar sin descanso el noble arte del grindeo masivo, hasta que el botín (tanto económico, como de experiencia) sea insignificante, o incluso, hasta que hayamos extinguido para siempre todo rastro de enemigos en dicha sección. Por tanto, la frecuencia de combates es más o menos opresiva en la medida de nuestro progreso. El problema es que, quizá, el juego se toma demasiado a pecho este sistema, y puede llegar a ser un poco pesado, incluso para quienes nos gusta combatir sin descanso. Por suerte, se desarrollan a buena velocidad, pero ya aviso de que constituirán un porcentaje muy elevado de la aventura. De otra parte, también es bastante original el hecho de que iremos alternando entre dos equipos de luchadores, con características y habilidades muy definidas, según lo requiera la trama. Los puzles en las numerosas mazmorras son muy escasos (más bien, la dificultad se centra en su diseño y en el nivel de los combates), salvo en algunas como la mencionada área interdimensional. Lo que sí tendremos son eventos y peleas sin previo aviso. Y cuidado con estas últimas, porque no es el típico juego que nos pone un punto de salvado a las puertas del jefe, que pueden ser realmente implacables si no vamos bien preparados. Durante nuestra exploración en las ciudades, no habrá objetos escondidos o secretos, y no fomenta demasiado la interacción con los escenarios. A su favor, hay que decir que el sistema de compra en las tiendas, aunque algo arcaico, tiene la deferencia de avisarnos si vamos a adquirir algo que es inferior a lo que ya poseemos.
Aunque el argumento del anime es distinto, es interesante verlo para familiarizarse aún más con los protagonistas, y además, es tremendamente hilarante. Como digo, Kouryuu Densetsu Villgust puede ser un juego adecuado, a pesar de algunas de sus particularidades, como el racionamiento de enemigos, o algunos puntos abusivos en su curva de dificultad, para sumergirse en el mundo del JRPG clásico. Eso sí, no esperéis una historia con elementos demasiado rebuscados, ni un mar de sensaciones intensas en su trama, aunque sí hay momentos en los que sabe elevar, aunque sea de forma muy puntual, el nivel de emotividad y empatía con los personajes. Estos últimos son entrañables, visualmente es sencillo pero agradable (insisto, nunca dejéis de tener presente la perspectiva del tiempo), y su banda sonora es simpática, aunque bastante espartana en el plano compositivo. Aunque solamente sea para transportarnos a los albores del género en Super Famicom, merece la pena darle un tiento.


- Lo que más me gusta: Buen ritmo de acontecimientos. Muchos personajes jugables. Original personalización del final boss. Mazmorras llevaderas. Las cifras en combate son tan exageradas que resultan divertidas.

- Lo que menos me gusta: Si no te encanta pelear por turnos, olvídalo. Algunas omisiones en la trama. El ámbito sonoro no estuvo excesivamente trabajado. Overworld bastante repetitivo en paleta y elementos.

----OTROS ANÁLISIS RECOMENDADOS----

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La Música de este RPG

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Poco más que añadir a lo dicho sobre la no demasiado inspirada banda sonora de este Villgust, pero es interesante saber que su artífice fue Shinichi Tanaka, un compositor conocido sobre todo por su trabajo para juegos del tipo 'compati heroes' para la consola, como Hero Senki: Project Olympus, y la tercera y cuarta entrega de Super Robot Taisen, entre otros exponentes de rol tácticos. De hecho, son los únicos videojuegos y consola en los que participó, y nada más he logrado averiguar de su carrera. Como escucharéis, no son piezas excesivamente estimulantes, pero algunas tienen su aquel.

Shrine. Como he comentado en el cuerpo principal de la review, en la recta final de la aventura descubriremos algunos de los temas más llamativos, y aquí hablamos de uno exclusivo para el templo de Bren, donde en sus líneas, de escasa melodía, ya se masca el momento tenso y dramático que precede al enfrentamiento final. Aunque resulta algo apagada por sus bases tremendamente oscuras, en su esencia es sumamente épica, y crea una ambientación muy buena, sin poner de los nervios al jugador. Lo mejor es cuando saltan esas notas más rápidas que la imbuyen con un extra de intensidad.



Town. Si lo que buscamos son cortes más ligeros, más directos y contagiosos, podríamos citar el primer corte del Overworld, muy aventurero, o esta, que es la que suena en todas las ciudades del juego. Con un ritmo similar al reggae, y varios tipos de instrumentos, como variadas percusiones o teclados que realzan su faceta divertida y exótica, disfrutaremos de ella sobre todo las primeras veces, aunque existiendo veinte ciudades distintas, nos acabará cansando un pelín, y más teniendo en cuenta que su melodía solo dura 24 tristes segundos antes de reiniciarse.



Island. El primer corte de mapa que escucharemos sigue los esquemas del clásico RPG fantástico, mientras el segundo opta por un ritmo más machacón. El tercero en discordia, exclusivo de la isla de Catz, es mi favorito. Sorprende su cambio de tesitura, ritmo y tono respecto a otros temas del juego, poseyendo una personalidad única gracias a sus templados tambores tribales, a esos matices de sabor oriental (gracias a los sonidos empleados), o a esa caja, que termina convirtiéndose en un eterno tic-tac. Magnífica, relajante y espiritual, de lo mejor del juego.



Goddess. De acuerdo, es un tema muy sencillo que casi debería quedar fuera de la selección por su limitada relevancia en lo que viene a ser el score general. Sin embargo, he querido incluirlo por su rareza, ya que tan solo lo escucharemos en un par de ocasiones, y sobre todo, por lo bien que representa esos momentos de 'aparición espiritual', que nos cogerán del todo desprevenidos, y dan un nuevo nivel a la historia. Simple, sí, con un único sonido, también, pero qué bien representa esos maravillosos arpegios de arpa la grandeza y el carácter divino de la diosa Windene.



Lucise. Esto que escuchamos acompaña la batalla definitiva de turno para salvar el mundo. Y mientras bien podríamos esperar el típico tema hiperacelerado, con bases marchosas y melodías grandilocuentes, nos topamos con esta composición más atmosférica, melodramática y amenazante, de las que son capaces de llenarte de tensión y hacerte sentir por unos momentos que eres tú quien carga con el peso del mundo. En cuanto a orquestación, es la mejor del juego sin discusión, y ese toque de desesperación que le otorgan los clarinetes es fabuloso, y muy apropiado.