Fire Emblem - Seisen no Keifu (Super Famicom, Tactical RPG)

Toda saga de RPG que haya prosperado y evolucionado largo tiempo, cuenta en su línea cronológica con algún capítulo que ha sido un punto de inflexión, un verdadero golpe de inspiración a partir del cual se han fundamentado posteriores entregas. En esta descripción, encaja perfectamente Fire Emblem – Seisen no Keifu, cuarta entrega de la fructífera y mundialmente reconocida saga de Tactical RPG, y segundo lanzamiento en Super Famicom, si contamos el semi-remake que fue Monshō no Nazo. Tal fue la cantidad de elementos innovadores que introdujo este portento, tales fueron sus aportaciones en el campo de las mecánicas y evoluciones, que cambió para siempre el rumbo de la exitosa trayectoria, hasta el punto que, en un momento inicial, se pensó en inaugurar con él una nueva franquicia llamada Sword Emblem. Estamos en el año 1996, y Super Famicom vive sus últimos latidos, pero aún hubo compañías como Intelligent Systems que se arriesgaron a apostarlo todo por la ‘vieja’ 16 bits, creando con su esfuerzo (y no sin pasar por serios impedimentos en su desarrollo) un título que, a pesar de lo tardío, quedó para la posteridad como una auténtica obra de arte, y para muchos, el mejor Fire Emblem de la historia.

También conocido como Genealogy of the Holy War, nos encontramos ante una epopeya de un dramatismo gigantesco y unas proporciones masivas, con elementos históricos, bélicos y políticos sabiamente diseñados y combinados, una vez más, gracias al genio Shouzou Kaga, pero que también apela a las relaciones más humanas, en contraste con el horror de un sangriento conflicto, algo que se convirtió en una de sus principales señas de identidad, y cuya influencia llegó, incluso, hasta el apartado jugable. Pese a su magnitud, su complejidad, y la bestial cantidad de personajes implicados en él, lo verdaderamente importante, el grueso del hilo principal, es relativamente fácil de seguir, ya que hace mucho hincapié en los momentos cruciales, progresa sin saltos bruscos y ofrece trabajadas explicaciones. Destaca también la gran personalidad con la que se dotó a cada personaje, algunas considerablemente elaboradas y poco convencionales, en las que la filosofía y los sentimientos juegan un importante papel. Paso a paso, la narrativa va alcanzando unas cotas de detalle, profundidad e intensidad pocas veces vista en un Tactical RPG, y es que todo se fusiona a la perfección, además, con un ritmo y una calidad argumental apasionantes, que nos hacen sentir en primera línea todo acontecido. El amor, la traición, la rabia o la decepción se reflejan durante toda la aventura, y nos golpean con una potencia emotiva sobresaliente, materializándose en momentos que pueden llegar a poner los pelos de punta, como la desgarradora tragedia de mitad del juego, la brutal emboscada en Thracia, o ese lacrimógeno encuentro espiritual de Seliph. Durante la presentación, y acompañada por unas imágenes de pura obra pictórica, se nos transporta al contexto primigenio, con el continente de Jugdral sometido por la tiranía de un Dios oscuro que, antes de beber la sangre de un dragón ancestral, fue hombre. Un ejército rebelde osó enfrentarse a él, pero sus habilidades no eran rival para el Dios Loptus, que rápidamente los diezmó. Agotados, derrotados y sin esperanzas, los supervivientes se escondieron en espera de la muerte inminente. Y entonces… sucedió el ‘milagro de Darna’. Doce dragones sagrados descendieron de los cielos, concediendo a cada uno de los rebeldes poderes y armas legendarias de una potencia inimaginable, volviendo a equilibrar la balanza a su favor, hasta que finalmente, el dominio de Loptus desapareció para siempre. O al menos, eso se creyó. Oculta en las sombras, una nueva Iglesia de Loptus va ganando poder y adeptos. Al mismo tiempo, vientos de guerra soplan de nuevo en Jugdral, se agitan las revoluciones y martillea la opresión. El mundo, se prepara para otra Guerra Santa.

Uno de los principales pilares que soportan el aspecto visual, fue sin duda Katsuyoshi Koya, junto a los otros cuatro miembros del staff que participaron en el diseño de mapas, personajes y avatares. Casi todo lo que vemos en Fire Emblem – Seisen no Keifu brilla con una intensidad que lo transporta directamente a las más altas esferas de los Tactical en Super Famicom. Tal vez no tenga el ingenio y la voluptuosidad de Tactics Ogre, o el radiante colorido de Bahamut Lagoon, pero tan solo hay que atender a las constantes y fluidas animaciones, o al gusto por dar a cada personaje un aspecto único, para darse cuenta de que fue un trabajo de orfebrería fina, y se nota a la legua que estamos tratando con un juego de las últimas hornadas para la consola. En este apartado, y con solo dos años de diferencia entre ambos, Seisen no Keifu es aplastantemente superior a Monshō no Nazo, tanto, que casi dan la sensación de pertenecer a dos generaciones distintas. Las batallas uno contra uno, con vista lateral, representan una de las partes más atractivas, y son un auténtico espectáculo de movimiento y técnicas marciales digno de ovación (especialmente en el caso de los Swordmasters). Los fondos de estas, en los que se empleó una riquísima paleta y un estilo único, poseen una belleza profunda y casi fotográfica, y son verdaderamente preciosos aquellos de las ciudades, costas, bosques u horizontes. Además, los escenarios constan de varias pantallas de ancho, y de algunos elementos superpuestos y/o animados que son una delicia para los ojos, sin obviar el sobresaliente efecto 3D en el suelo u otros como transparencias, destellos o secuencias de invocaciones espectaculares, algunas con sprites enormes e impactantes. Sin embargo, en lo que acontece a los mapas, y particularmente a su variedad, da la impresión de que se podría haber aprovechado más ese gran talento y creatividad. No me malentendáis, están repletos de elementos y una coloración magnífica, superficies con texturas trabajadas, sombreados chulísimos, desniveles... pero sin embargo, salvando las extensiones nevadas de Silesse, o la parte del desierto de Yield, los otros nueve mapas son prácticamente iguales en aspecto, solamente cambiando la disposición de sus componentes, por lo que, siendo además tan inmensos y largos de superar, terminan dando cierta sensación de monotonía con el paso de las campañas. Valiéndose de sus pequeños pero bien animados y detallados sprites, el juego nos narra, a través de secuencias en tiempo real, algunos de los acontecimientos más importantes del juego para que no perdamos detalle, pero también mediante profundas conversaciones, en las que vemos otra muestra de innegable esmero y calidad de diseño: los lustrosos y grandes avatares tipo anime, otra exquisitez que nos vuelve a hacer pensar en sistemas más avanzados.

Sus portentosos 32 Mb saltan también al oído, y su banda sonora, en cuanto a calidad y magnitud, es la gran muestra de ello. Una valoración inicial es suficiente para alucinar con sus cifras, con los más de 100 temas que ambientan el juego. Para que veáis hasta dónde llegó el grado de ostentosidad, prácticamente todo, y de forma literal, tiene un tema propio y exclusivo en cada capítulo, refiriéndome a cosas tan concretas como ciudades, conversaciones, introducciones, armadas enemigas, secuencias varias, incluso algunas de las batallas, como las de los jefes. Tan colosal trabajo recayó en las manos de la célebre compositora Yuka Tsujiyoko, íntimamente ligada a todos los juegos de la saga hasta nuestros días, junto a Kenichi Nishimaki, que destacó en la etapa de Fire Emblem en Super Famicom. Reaprovechar melodías no estuvo entre sus objetivos. Exprimiendo el enorme potencial del SPC700, nos dejaron todo un recital maestro, con unas bases orquestadas que están entre lo mejor que se escuchó nunca en esta consola, unas percusiones gloriosas y un elenco de instrumentos que, en conjunto, aportan una variedad, carisma y capacidad de inmersión notables a esta gran odisea bélica. En la presentación nos recibe un corte que supera los tres minutos de duración, y en la despedida, otro de más de seis. Entre medias, una enorme colección de composiciones con aires militares, que van más allá de quedarse en las clásicas marchas rítmicas para ofrecernos todo tipo de cadencias y colorido musical, adaptándose como un guante a las muchas situaciones emocionales que el juego ofrece, plasmando con mucha elocuencia la tragedia y el drama intrínseco a su argumento, y predominando aquellas que transpiran cier-to halo melancólico y de pesadumbre. Las personalidades principales también están descritas de forma excepcional por sus músicas, tirando de bellos arpegios y melodías edulcoradas para aquellas más sensibles, o de una mayor tensión para las más aguerridas. También encontraremos esquemas menos típicos en un Tactical, algunos de ellos sorprendentes: un sabor oriental por aquí, un toque de tango por allá, ritmos exóticos, notas medievales… incluso en las conversaciones, pueden cambiar a mitad de estas para ir a la par con el nivel de intensidad. En la cúspide del dramatismo, las batallas con los jefes, con timbales estruendosos, órganos épicos, ritmos entrecortados… que se unen al resto de violines, clavicordios, todo tipo de vientos, arpas, pianos, coros y marimbas. Creo que es una banda sonora que se disfruta más en conjunto con la acción, pero por separado, también puede fascinar por la cantidad de detalles que encierra en sus notas y estructuras. La cantidad de efectos sonoros no es tan extensa, pero sí su calidad, en la recreación de galopes, cruces de armas, magias, murmullos, tajos, aleteos…

En parte debido a los nuevos elementos, la forma de jugarlo dista un poco de entregas pasadas, conservando su espíritu, pero con un control mucho más depurado, una interfaz más cómoda, y una libertad de acción mucho mayor. Encontraremos gran diversidad en los tipos de campaña. Algunas son cuestión de destreza, en otras prima la velocidad, o sencillamente la fuerza bruta. Podremos reclutar nuevos compañeros para nuestro batallón, conseguir objetos secretos poderosos, e incluso hacer conversar a nuestros protagonistas entre ellos, lo cual nos lleva a una de sus más potentes novedades: las relaciones amorosas. De ellas, y sin ánimo de hacer spoiler, dependerá la concepción de la segunda generación, la herencia de objetos y habilidades y, en general, el talento de los descendientes. Tener un equipo compensado es absolutamente crucial, y aún así, no podremos evitar el flagrante desequilibrio que existe entre ciertas unidades, aun en niveles avanzados. También es muy importante tener en cuenta el sistema triangular de fortalezas y debilidades en armas y magias, otra de las principales aportaciones. Como cabría esperar de la serie… su nivel de dificultad no decepciona. Aunque ya iba concienciado y avisado, terminarlo ha sido una atrocidad de nervios y sobresaltos, una experiencia demasiado brutal, a pesar de sus inmensas e intachables virtudes. Un Tactical que prohíbe terminantemente hacer un solo movimiento sin pensarlo mil veces, y aún así, vamos a encontrar un imparable vapuleo de puñaladas, exageradamente estricto, y terriblemente despiadado como es. Puede resultar tan adictivo que el mundo exterior desaparezca, y al mismo tiempo, hacer que nos tiremos de los pelos por su implacable dureza. A veces, el factor sorpresa y la dependencia en la suerte lo hacen completamente impredecible, y eso a pesar de que, en cuanto a atributos, datos e información en general, este Fire Emblem resulta muy generoso. Y en verdad, aunque parezca chocar con lo dicho, es un juego relativamente permisivo a la hora de planificar tácticas, dejándonos recular en movimientos o ejecutar algunas acciones sin perder turno, incluso disfrutar de periodos sin ofensivas enemigas. Con las unidades montadas, por ejemplo, podremos continuar la trayectoria incluso después de atacar, lo que multiplica las posibilidades estratégicas, que ya de por sí son inmensas, teniendo en cuenta las capacidades de cada luchador, sus cambios de clase, sus especialidades con las armas, los ataques potenciados en pareja, y los tipos de terrenos, algunos, realmente farragosos de transitar. Once mapas pueden parecer pocos, pero os garantizo que, debido a su aterradora extensión, y a la exigencia de los desafíos, tendréis juego para rato. En mi caso, más de 80 horas peleando con él, y algo así como un millón de reinicios, os pueden formar una idea.

A la hora de poneros con él, no tengáis ninguna duda: usad el parche inglés creado por Project Naga, prácticamente perfecto, 100% completo, y que le da mil vueltas al resto de los existentes, una auténtica obra de amor hacia el juego en sí mismo, con unas traducciones muy profesionales y fieles a su esencia. Más consejos: haced uso intensivo de los cuatro slots de salvado, y apurad al máximo los entrenamientos en la arena. Su infame dificultad está más que justificada, y en mi opinión, es lo que realmente priva a este RPG de ser una obra maestra. Una lástima, porque salvando esto último, y algún aspecto por pulir, como el sistema de intercambio de ítems y dinero, técnica y jugablemente estamos ante una joya del diseño, en cuyo soberbio nivel de programación y planificación se nota la mano de uno de los genios más grandes que ha dado la historia de Nintendo, el incomparable Gunpei Yokoi, de quien por cierto, esta fue, junto a Tetris Attack, su última obra antes de fallecer.

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Mis Calificaciones

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Más de 80 horas de juego... y la prueba de que la estrategia no es lo mío, jeje

- Lo que más me gusta: Enormes capacidades tácticas y versatilidad de control. Personalidades trabajadas y una historia de película, repleta de emociones. Batallas muy vistosas. El amor en la guerra.

- Lo que menos me gusta: Su dificultad es tremebunda, con retos inhumanos, y a veces, carece de toda lógica. No hay intercambio de objetos, como tal. Habilidades muy descompensadas entre personajes.

----OTROS ANÁLISIS RECOMENDADOS----

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La Música de este RPG

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Como imaginaréis, escoger seis de entre los más de 100 temas que componen la banda sonora de Fire Emblem - Seisen no Keifu ha sido una tarea bastante agotadora, pero que también me ha servido para volver a disfrutar de grandes composiciones, y gracias a ellas, evocar algunos de los momentos más intensos de este RPG. Más que por los más extendidos y representativos, he apostado por la variedad, como muestra del amplio abanico de ritmos, tesituras y tendencias que vamos a encontrar, y que refuerzan enormemente ese espíritu épico y emotivo tan marcado que el juego posee.

Glory of Grandbell. Con esta pomposa composición, empieza todo... o casi. Porque es uno de los temas que sirve de telón de fondo para la gran introducción a la historia de Seisen no Keifu. También sirva esta, ya que reúne un considerable número de instrumentos, para que veáis lo bien que suenan todos ellos, desde las teclas que abren el tema, hasta los cuernos, trompetas y vientos en general que son los verdaderos protagonistas, y todo sin descuidar una melodía de lo más heroico que nos lleva hasta una de las grandes guerras que marcaron la historia de los Tactical RPG.



Chapter 2 (Disturbance of Agustria). Vamos ahora con registros menos rimbombantes y más íntimos, de los que también abundan en el juego. En esta, destacan sus constantes cambios de ritmo, que van desde pinceladas militares a lo más pausado y casi inapreciable, para volver a coger ritmo conforme la melodía gana en fuerza. Una melodía que, por cierto, en ciertas partes me ha recordado poderosamente y en concreto al trabajo de Nobuo Uematsu en Final Fantasy VI por esa aura misteriosa, melancólica y casi onírica aura que embarga. Las bases orquestadas también son una gozada.



Jungby Palace. La musicalidad, calidad y variedad instrumental son sus puntos fuertes. Los clarinetes y vientos en general, suenan a las mil maravillas, las tubas rompen momentáneamente esa tendencia aguda del tema, y sobre todo, sorprende la inclusión de esas notas con cierto aire oriental que le dan un aire todavía más épico, con esos colchones orquestales cada vez más resaltados. Hay temas con más centrados en esos ritmos orientales, pero no son tan variados como este. Es un tema de tensión media, perfecto para esas partes de mayor incertidumbre en la guerra.



Victory 2. Su título expresa victoria, pero su música, más bien, un triunfo muy amargo, especialmente debido a la tristeza que evocan sus notas, mezclado con un sólido peso de drama. Parece que se va oscureciendo más y más, hasta que llega ese crescendo que nos lleva hasta el cenit pasional del tema, sin duda una de las partes más intensas de toda la banda sonora, con esas notas separadas por silencios, épicas y tremendamente trágicas, casi desesperadas. Un tema 100% orquestal, cuyas notas de bajo también son muy importantes a la hora de concebir la melodía.



Union Army. Después de los últimos temas presentados, esta Union Army viene a aportar un toque más positivo. Y es que a pesar de las calamidades, nuestro ejército de liberación nunca pierde la fe y determinación. Es un corte puramente épico, de victoria y espíritu de progreso, aventurero, bombástico. Una de tantas marchas militares y, sin embargo, una de las melodías estandartes del juego, creada para alzar el puño y sacar pecho, gobernada por esa continua y sólida percusión y, de nuevo, por unas orquestaciones que fueron representadas con muchísima calidad y fidelidad.



A Peaceful Visit. Definitivamente, hay algo muy, muy mágico en esta canción. Al tratarse de una versión extraída del cartucho, podemos escuchar en su inicio el bullicio de los animales, y el fluir de las aguas, que ya de por sí, nos hace fundirnos con la naturaleza, pero inmediatamente, aparecen sus hermosísimos arpegios de arpa, que desprenden una calidez infinita, inmensa, con una combinación ensoñadora de acordes mayores y menores que, junto a esas plácidas orquestaciones, nos hacen volar más lejos con cada nota, especialmente, a partir de la segunda mitad, que es la que más potencia emotiva gana. Me ha conquistado para siempre.