
Con la salida de la
quinta entrega, en el temprano 1992, una saga que ya de por sí era considerada un hito, casi un emblema mismo de la cultura japonesa como Dragon Quest, ascendió nuevamente a unos estratos inalcanzables hasta ese momento para cualquier otro producto de entretenimiento lúdico. Pero los nipones tuvieron que esperar, entre el lanzamiento de la
quinta y la sexta entrega, prácticamente toda la vida de una consola como Super Famicom. Rozando ya el año 1996, la larga espera para una nueva entrega que parecía que nunca iba a llegar, culminó en una nueva revolución en el mundo de los videojuegos, tanto a nivel de expectativas como de ventas. De nuevo Enix, esta vez contando con la desarrolladora Heartbeat, lo consiguió. Tres años no pasaron en balde, y Dragon Quest VI: Maboroshi no Daichi resultó ser, además, un prodigio audiovisual que se encumbró, a años luz de su
antecesor, entre las más brillantes creaciones técnicas habidas dentro del género de los JRPG en Super Famicom. Desafortunadamente, igual que el último citado, y al contrario que los cuatro primeros títulos de NES, jamás se pudo disfrutar fuera de Japón en su versión original, pero allí fue el videojuego más vendido de 1995.