Golden Sun: Oscuro amanecer (Nintendo DS, J-RPG)

Del mismo modo que, durante el transcurso de este 2023, espero hacer con otra de las sagas que más han marcado mi vida a los mandos de una consola, ha llegado el momento de poner fin a esta gran epopeya a través de su tercera y, supuestamente, última entrega -aunque existen sólidos indicios de que podría no ser así-, de una saga que, a poco que uno sea conocedor del mundo de los JRPG, no necesita apenas presentación. El lanzamiento en el año 2001, por parte de Camelot y Nintendo, del ilustre Golden Sun para la portátil Game Boy Advance, diseñado por el mismísimo Hiroshi Yamauchi, y traducido a cinco idiomas, resultó ser una escandalosa sorpresa para todos los aficionados al RPG, cuyo gran éxito consiguió revitalizar el género en el marco de las más puras dos dimensiones, tan de capa caída en aquellos años. Sus gráficos voluminosos y vibrantes, la espléndida música de Motoi Sakuraba y una de las mejores historias que he tenido el placer de jugar, se enaltecieron todavía más en su segunda entrega, continuación estrictamente directa, y consagrada indiscutiblemente como uno de los mejores títulos jamás habidos en la portátil morada de Nintendo. Pasaron los años y las generaciones…

… Llegó Nintendo DS, y tiempo después, una nueva entrega de la saga que suscitó una enorme expectación, especialmente, en quienes llevábamos ocho años deseando una continuación a los hechos acaecidos en La edad perdida. El engranaje argumental de este Golden Sun: Oscuro amanecer se pone en marcha treinta años después del triunfo de los Guerreros de Tale en su cruzada para volver a despertar la alquimia, habiendo experimentado el mundo dramáticos cambios. La explosión del Sol Dorado trajo consigo el renacimiento vital del planeta, pero al mismo tiempo, una serie de devastadoras catástrofes naturales que modificaron casi por completo su geografía, engullendo zonas enteras, creando abruptas formaciones… y es aquí donde reluce una de las principales fortalezas del juego, en ese choque de prioridades, en esa decisión límite de sacrificar gran parte de la civilización en pos de salvar el planeta de su segura autodestrucción. Una historia que podremos rememorar en forma de hermosas fábulas durante los primeros pasos. A parte de lo dicho, el gran evento generó unos peligrosos vórtices, capaces de absorber toda psinergia a su alrededor, y lo que es peor, nuevos y maquiavélicos intereses por parte de clanes ancestrales para convertir ese Sol Dorado en la más tenebrosa de las sombras, liberando así energía oscura y convirtiendo al nuevo mundo en un lugar plagado de bestias y horror. En esta ocasión, la misión de volver a poner las cosas en su sitio recaerá sobre los hijos de los anteriores Guerreros, mostrando así un carácter continuista y ciertamente nostálgico. El principal problema argumental de esta tercera entrega reside en que, precisamente por los novedosos e interesantes añadidos que pone sobre la mesa, deja la extraña sensación de quedar bastante inconclusa, de falta de caracterización y profundidad a la hora de desarrollar esos nuevos elementos, a pesar de esas trabajadas enciclopedias que el menú nos brinda, y crea al final demasiadas preguntas a las que el guión, con sus alrededor de 70 horas de juego, no llega a responder. Motivaciones incomprensibles, conflictos aparcados, personajes oscuros, revelaciones a medias… De hecho, aunque cada vez es más improbable, el ending deja una puerta abierta de par en par a una nueva entrega. Es una buena historia, épica, atractiva, trascendental por momentos (tocando temas como las virtudes de la naturaleza o las emociones humanas), llena de sub-tramas que la enriquecen y no carente de encanto, que no desentona como secuela, y que compensa algunos eslabones narrativos algo improvisados con sorprendentes brincos situacionales, pero que no resulta tan irresistible y espontanea como aquella de sus predecesores.

El salto a una consola de potencia superior también conllevó drásticas modificaciones en algunas de las principales señas de identidad de la saga, algunas para mejor, y otras que, en mi humilde opinión, lastraron bastante el producto final. Su apartado gráfico entra, quizás, dentro de este último conjunto. Y no estoy diciendo, en absoluto, que Oscuro Amanecer carezca de buenos modelados, resplandecientes paisajes, ambientaciones geniales o cantidad de recursos visuales que no podrían haber existido en Game Boy Advance. Sin embargo, el cambio a las tres dimensiones tirando de polígonos restó muchísima personalidad a este tercer capítulo. Adiós a esos sprites pre-renderizados tan carismáticos, a ese precioso mosaico de pixel art que eran sus entornos, y adiós, en general, a esa marcada distinción que hacía tan únicos a esos dos juegos. Debido a esto, casi resulta difícil identificarlo, quererlo como una parte más de la saga, hasta pasadas varias horas de juego cuando nos damos cuenta de que, al menos, el espíritu Golden Sun, salvando el radical lavado de cara, sigue latiendo plenamente. A pesar de la relativa frialdad que sus polígonos imprimen a los entornos en el mapa principal y algunas zonas abiertas, los pueblos son, posiblemente, lo mejor de este apartado, con sus casas de varias alturas, sus estanques y riachuelos, sus rincones con duende, y completamente distintas entre sí, con mucho carácter exclusivo, desde villas que son naturaleza en estado puro a ciudades que adoptan una estética oriental, llenas de color, variedad y cálidos interiores, y que, además, presentarán notorios cambios estéticos tras determinados eventos. Incluso en la mayoría de las mazmorras encontramos una temática visual propia que las dota de un interés extra. Me ha sorprendido muy gratamente el uso de la cámara, los ángulos de estilo tan cinematográfico que adopta en las secuencias, sacando mucho partido al limitado tamaño de la pantalla. El diseño de los personajes principales, ligeramente super-deformed y con un sutil toque de cell shading en su aspecto, resulta entrañable, y cambia notablemente al entrar en combate, mostrando unas formas más adultas y guerreras. Si estos combates fueron uno de los puntos fuertes de los dos anteriores Golden Sun, en DS se muestran todavía más espectaculares, con más efectos gráficos, de luces y partículas, en 3D, pero conservando la esencia gracias a esos fondos bidimensionales de difuminadas formas, que ahora dan mayor sensación de frenetismo, por no hablar de esas soberbias invocaciones con gigantescas criaturas mostrándose a doble pantalla. De entre los más de 50 lugares que visitaremos, me quedo con la ciénaga fantasmal, de sugerente paleta otoñal, el preciosismo de la ciudad de Belinski y sus suelos empedrados, la serenidad de Kolima o la elegancia de Tonfan.

La saga Golden Sun posee otra gran y distinguida característica: su mecánica, sobre todo en dos aspectos clave, empezando por las mazmorras, que cogieron inspiración de juegos como Lufia II o Alundra (entre muchos otros) y los llevaron a otro nivel, grandes construcciones cuyos interiores son puzles mecánicos en sí mismos, trazados con mucha creatividad y de resolución inteligente, ya sea obligándonos a emplear las distintas psinergias con mecanismos, desentramar secuencias, mover elementos... Aquí son numerosos y variados, y sus dimensiones y complejidad han sido moderadas respecto al infierno que suponían los últimos de la segunda entrega. De hecho, esta 3ª se centra más aun en dichas pruebas que en las batallas y, por suerte para algunos, no es un juego cuya dificultad exija grindeo extra. El otro legado fundamental de la saga son los Djinn, pequeños monstruos elementales que serán de una ayuda inestimable en combate, bien empleando sus propias habilidades, o bien combinándolos para ejecutar las grandilocuentes invocaciones. Existen en total 83, y a 72 de ellos tendremos que buscarlos en los rincones más inaccesibles (con el plus de exploración que ello aporta), gracias a quienes tendremos una nutrida variedad de acción en unas batallas muy originales y únicas, pudiendo resolverlas mediante magias, psinergia, golpes físicos, invocaciones… e incluso aprender técnicas exclusivas de cada arma, aunque con tantos Djinn, algunos enfrentamientos pueden tornarse un tanto aparatosos. Y si el equipo principal es aniquilado siempre tendremos la reserva. A pesar de estas innovaciones, es un juego perfectamente recomendable a aquellos que gusten de un ritmo convencional y sin excesivos ni farragosos añadidos, aunque eso no significa que algunos puzles no nos vayan a calentar la sesera, o no haya algunos combates (el final boss… tela) que nos llevarán al límite. Si bien no es hasta pasada la gran tragedia cuando el juego nos da total libertad de exploración (navío incluido), en ningún momento nos sentiremos demasiado atados, existiendo siempre varios destinos a visitar. Esta tercera entrega contiene diversas referencias históricas a los dos capítulos precedentes: Hans y Garet, Kolima, los forestos, Uzume y personajes que regresarán ‘de incógnito’, y aun con todo, me habría gustado ver todavía a más personajes de antaño, revisitar más lugares o saber más sobre los 30 años transcurridos desde La Edad Perdida para reforzar ese peso emotivo del que, por otra parte, el juego tampoco está carente. Como curiosidad, en algunos diálogos, se emplea un sistema de reacciones emocionales, que determinarán las respuestas, pero por encima de ello, la historia contiene momentos realmente conmovedores, que nos harán despedirnos con tristeza de algunos personajes importantes, o vivir intensamente algunas revelaciones impactantes hasta el mismo final, que a su vez empaca a partes iguales tristeza, misterio y regocijo.

Motoi Sakuraba alzó de nuevo su batuta para volver a crear maravillas, y a hacer de esta tercera parte una experiencia, si cabe, todavía más gratificante y completa. Porque su banda sonora lo es, y mucho. En general diría que un pelín inferior a las anteriores, pero con un nivel de variedad, de colorido, de instrumentación y de contrastes, intachable. Relegando las orquestaciones más pesadas de violines, tubas, timbales y clarinetes solamente a algunos temas puntuales, y apostando más por melodías en primera línea, ambientaciones sólidas y cortes muy aventureros, Sakuraba aprovecha de lleno esa dualidad entre la luz y la oscuridad presente en toda la historia de Oscuro Amanecer para moldear su obra, ofreciendo choques de tesituras muy marcados que llegan a su cima, en el último tramo del juego, al entrar o salir de las zonas iluminadas. Al igual que en los pueblos podemos disfrutar de composiciones muy serenas, encantadoras y fáciles de digerir por esas notas tan endulzadas, en bosques, ciénagas, templos o minas optó, apartándose diametralmente de su virtuosismo habitual, por dar mucho más protagonismo a cortes apagados, lentos, con muchas menos notas e instrumentos, casi lúgubres, como en esos casos en que los coros, arpegios o crecidas instrumentales erigen un aura de auténtico desasosiego en mazmorras o en ciudades sumidas en la gran tragedia. La primera que me llegó al alma, desde el menú inicial, fue la cálida y hechizadora composición de la aldea de Tale (precedida por la extraordinaria canción de título, que ya ha pasado a formar parte de la historia de los RPG), de la que podremos escuchar hasta cuatro variaciones durante el juego. Y aunque esta sirva de vínculo musical con las anteriores entregas, lo cierto es que nos encontramos ante una banda sonora completamente nueva, con cerca de 70 composiciones concebidas, la gran mayoría, con un gusto excelente, tanto las más sosegadas (Kolima o la cabaña), alegres y positivas (Puerto Irago, o la luminosa fiesta en Jarapa), como aquellas en las que el compositor se soltó la melena y nos dan un buen repaso de ritmos endiabladamente frenéticos con percusiones de Rock duro, hammonds y magníficas líneas de bajo, concentradas sobre todo en las batallas, diez temas distintos con algunos exclusivos en ciertos eventos de peso. Incluso podremos pedir a la banda de Belinski que toque una de las tres deliciosas partituras de su repertorio. Los efectos sonoros, diversos, originales y frescos, nos acompañarán durante todo el desarrollo con bastante protagonismo, destacando aquellos generados por la psinergia o en el fragor del combate, de gran contundencia, culminando el apartado una quincena de fanfarrias distintas.

¿Es necesario haber jugado a Golden Sun 1 y 2 para zambullirse en esta tercera parte? Mi repuesta es un rotundo SÍ. Como experiencia individual, no está nada mal… pero pierde gran parte de su gracia al no ligarla argumental y emocionalmente con sus precuelas. En general es un título sólido, disfrutable y con capacidad de enganchar, pero en el que siempre he encontrado algún ‘pero’ que lo aleja de la más alta excelencia. Visualmente existen lugares muy bonitos y envolventes, pero para mí no llega a las bondades de los anteriores, destacando por encima la banda sonora de Sakuraba: variada y de calidad, muchas veces sorprendente y portadora de gran sensibilidad. Y la historia te mantendrá en vilo, siempre con el interés de averiguar más sobre ella, pero algunas soluciones argumentales resultan algo rígidas y artificiales. En cualquier caso, os aconsejo que no dejéis pasar la ocasión de finiquitar (supuestamente) esta trilogía, porque aun con todo, merece mucho la pena.


- Lo Mejor Del Juego: El momento trágico culminante es de los que dejan huella. Muchos personajes interesantes. Espectaculares invocaciones. Puzles ingeniosos y razonablemente complicados.

- Lo Peor Del Juego: Demasiados puntos de no retorno. La historia deja muchos asuntos a medias. El paso a las tres dimensiones, en mi opinión, lo desfavorece. Algún bug bastante feo.

----OTROS ANÁLISIS RECOMENDADOS----

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La Música de este RPG

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Golden Sun 1 y 2, entre por muchas otras cualidades, fascinaron a los amantes de los RPG gracias a su magnífica banda sonora, obra del gran Motoi Sakuraba. En esta tercera parte, su espíritu, pese a los drásticos cambios en otros apartados, continúa intacto, lo que es señal de diversidad, preciosos pasajes ambientales, cortes sosegados que nos trasladarán inmediatamente a los mágicos lugares a los que ambientan, pero también tiene su punto de caña y velocidad. Hay tanta luz como oscuridad en ella, cualidad que la integran perfectamente en toda la extensión del desarrollo.

Carver's camp. Comencemos con esta solemne y embriagadora melodía, que podemos encontrar localizada exclusivamente en el campamento de leñadores. Leche y miel para nuestros oídos, arpegios de cuerda llenos de paz y una melodía de viento que acompaña sus constantes cambios de tesitura junto a un sutil metalófono, destacando especialmente el punto más melancólico que adquiere en su parte final. Ojalá se hubiese empleado en más zonas. No puedo evitar transportarme hasta los momentos más sedantes del mismísimo Baten Kaitos al escucharla.



Mountain Roc raising. Es uno de los temas que interpreta la banda que está continuamente actuando en Belinski. Y personalmente, me parece la mejor de todas, junto a la 'secreta'. Una delicia de corte puramente jazz formado por trompeta, batería y contrabajo. Una gozada total, especialmente en esa parte que casi corta el tema, formada por una percusión de estilo típicamente improvisado de jazz, y ese fantástico contrabajo que escala, desciende, y dibuja tan singulares melodías, aunque seguramente la inclusión de un piano habría redondeado enormemente la composición.



Tanglewood. Esta es una composición de las que, a primera escucha, se pueden pasar por alto, pero ha resultado ser, para mí, una de las grandes joyas musicales ocultas que tiene este RPG, y al mismo tiempo, un perfecto ejemplo de la capacidad para envolver y transmitir sensaciones como soledad, misterio o pesadumbre que tienen algunas, con melodías más bien sutiles, base instrumental dispersa pero al mismo tiempo, destellos de colorido y armonía en sus tesituras. La oscuridad e incerteza del Bosque Maraña está perfectamente reflejada en esta.



Battle! [Roc & Royalty]. Y de climas etéreos y ambientales, pasamos de golpe (mismamente como a veces sucede en el propio juego) a uno de los temas más desatados y cañeros de la banda sonora. Tenía que escoger una de entre las diez canciones de batalla, y me he decidido por esta, sin duda, la más rápida, y con alguno de los pasajes más virtuosos que se pueden encontrar en el juego, destacando esa batería como un cañón (y sus contragolpes rítmicos), los vientos rezumando épica y para rematar, un bajo insistente y esa orquestación que florece en su parte final.



Arangoa prelude. Solamente la escucharemos una vez durante el juego, y la propia historia hace que sea una de las más deseadas, ya que no solo tiene su papel en la propia banda sonora, sino que ambienta uno de los momentos más cruciales del argumento. Es extraña, casi onírica a veces, con sutiles toques orientales, e hipnótica en ciertas partes gracias a esos pianos con dejes progresivos, que es precisamente el efecto que persigue. En mi opinión, es pasada su mitad cuando llega a su máximo esplendor con ritmos cada vez más enrevesados y una combinación instrumental sublime.



Lunar tower activation. Y precisamente, mientras suena este tema, viviremos el que seguramente sea el momento de mayor intensidad de todo el juego, aquel que lo cambia todo. Aquí en donde Sakuraba se acoge a su vena más progresiva, notas rápidas y tajantes, pianos que simbolizan la tragedia, tensión desesperada, peligro fatal inminente, tempos descompuestos... consigue elevar exponencialmente el dramatismo del suceso gracias especialmente a esos pianos enloquecidos, percusión escopeteada y su amenazante melodía. Recuerda ligeramente a alguna de Star Ocean.