Monstania (Super Famicom, Tactical RPG)

Parece ser que las compañías responsables de la creación del juego sobre el que vais a leer siguieron a pies juntillas aquel viejo dicho de “lo bueno, si breve, dos veces bueno”. Pero hay un par de cosas que me gustaría matizar en esa frase. Breve no, brevísimo, hasta tal punto que en mi segunda revisión, terminé el juego en una sola sesión que no llegó a las cinco horas. El segundo punto que me gustaría modificar es que lo de “dos veces bueno” se queda corto si nos referimos a este maravilloso regalo en forma de RPG llamado Monstania. Un juego que nació y se quedó en tierras japonesas en 1996, uno de los últimos años de vida de nuestra amada Super Nintendo pero que nos trajo gloriosas cartas de despedida como esta. Puede que debido a su tardía aparición pasara más desapercibido de lo que merecía, pero os aseguro que es un juego que tenéis que probar a toda costa, una gigantesca bocanada de aire fresco que no ha dejado de sorprenderme desde que lo empecé, pero también una joya en miniatura que viene a confirmar una vez más que a veces las mejores esencias vienen en frascos pequeños.

Tal vez los espectaculares dibujos de su caja o su atrayente pantalla de título con sus relajantes tonalidades frías y oscuras consigan que no puedas esperar a pulsar el botón Start. Pero antes de hacerlo, relájate y deposita el mando sobre la mesa para disfrutar de esa fantástica intro en la que no se nos cuenta nada de la historia y, salvo el pase de créditos, no tiene ninguna finalidad… pero que conseguirá evadirte por unos minutos con toda la quietud de su naturaleza nocturna, los cantos de los búhos y grillos, y esas silenciosas luces llenas de misterio que emergen desde la montaña. Prepararán tu alma de rolero para lo que va a llegar, y te transmitirán ese espíritu plagado de buenas vibraciones que el mundo de Monstania contiene en grandes cantidades. A decir verdad, y aunque esta forma de comenzar es totalmente cautivadora, no habría estado de más una pequeña narración de la historia antes de ponernos en materia. Es el mismo desarrollo el que nos mostrará pequeños pedacitos de este fabuloso cuento de hadas, sin adelantar nada, estrictamente sobre la marcha, lo que será un punto a favor para mantenernos en vilo. Rápidamente conocemos a su protagonista, un zagal de dieciséis años con ansias de aventura, inquieto y audaz, que vive encandilado por las antiguas leyendas, deseoso de indagar sobre ellas y meterse en algún que otro lío y casi obsesionado con la idea de que las hadas, esos seres de mitología fantástica, todavía viven en algún recóndito lugar de Monstania, que así se llama la pequeña isla donde transcurre toda la aventura. La prepotencia del ser humano y su avaricia provocaron que dichos seres tuviesen que migrar del gran continente en busca de un hábitat donde pudiesen vivir felizmente... hasta que su existencia se perdió en los más profundos recuerdos. Junto a su verdadero amor, Tia, y unos cuantos amigos que encontrará en las situaciones más inverosímiles y llenas de peligro, nuestro héroe se aventura en la búsqueda de algo tan místico como es desenterrar toda la verdad de esta leyenda a través de bosques, ruinas y escenarios casi etéreos que pondrán a prueba su tenacidad. Esta bonita aunque bastante convencional historia podría pertenecer a cualquier J-RPG con aspiraciones sencillas de hacernos vivir una aventura de tonalidades épicas, sin más, pero choca fuertemente ante el primer contacto con el juego… y seguramente, no será para nada lo que esperas de él.

El estilo de Monstania se podría definir vagamente como un RPG con alma de puzle. Su estilo gráfico enamora, su música nos hará vibrar, pero es su estudiada e inteligente mecánica de juego lo que convierte definitivamente a este RPG en un juego de notable alto por su integridad y originalidad, algo que muy pocas veces se ha visto en el catálogo de Super Nintendo. En realidad, Monstania es un RPG táctico que se desmarca de dicho sub-género por sus cualidades casi únicas. El avance de la aventura es completamente guiado (salvo en un punto en concreto), algo que de primeras podría echar para atrás. Solamente controlaremos a dos personajes durante los combates, que se engarzan de forma natural como una parte obligatoria e inseparable de esta historia sobre raíles. Estos dos personajes varían según los eventos, pero a diferencia de la gran mayoría de Tactical RPG, el escenario permite una movilidad casi absoluta y continua de estos, con varias condiciones. La principal, es que por cada acción que ejecutemos (golpear, dar un paso, utilizar un objeto o una habilidad), el resto de enemigos, todos ellos, también tendrán su turno pero de forma simultánea al nuestro. Esto confiere a las batallas, que en realidad son la parte principal del eje del juego, un dinamismo muy particular, un buen componente estratégico y sobre todo, exigen una gran concentración a la hora de escoger cuál será nuestra próxima acción, ya que la balanza hacia la victoria o la derrota puede inclinarse muy fácilmente según nuestras decisiones. Para complementar este aspecto, cada personaje utiliza unas armas y habilidades distintas, y será tarea nuestra el combinarlas correctamente según el tipo de prueba o los enemigos con los que nos toque lidiar. Dichas habilidades consumirán puntos de magia, que se recuperarán mediante objetos o por medio de los movimientos y acciones que ejecutemos con el “otro” personaje. El equilibrio en el nivel de dificultad fue algo que se tuvo en mucha consideración, y va íntimamente ligado a nuestra capacidad para aprender la mecánica. Los primeros combates, que pueden resultar muy complicados en el primer contacto, se vuelven un juego de niños si les damos otra oportunidad cuando ya la tengamos dominada. También cierto es que hay algunos picos de dificultad que nos dejarán descolocados. Y esto, en parte, es porque no todo son combates a capa y espada lo que nos espera en este genial RPG. Su perspectiva isométrica da mucho juego y los programadores la aprovecharon, no solo para sacar partido de su confusa vista (como es el caso de algunos juegos como Equinox), sino para incluir pantallas que son en sí mismas puzles, del estilo de pasar por todas las casillas sin pisar dos veces la misma o esconderse del campo de visión de centinelas en un laberíntico recorrido. Así que la variedad, aun teniendo en cuenta su cortísima duración, también es un delicioso plato en el menú de Monstania.

Programado por Bits Laboratory y diseñado por Amccus (estos últimos creadores también del inmortal Harvest Moon para la misma consola), las dos compañías en conjunción se sacaron de la manga un título absolutamente brillante que destaca en todos sus aspectos, mimados y excelentemente realizados. A pesar de sus 6-7 horas de juego, a lo largo de la aventura vamos a percibir un gran número de agradables sensaciones, aunque curiosamente esta vez más a causa de un apartado audiovisual hechizador que de su argumento o sus situaciones. Y esto, aunque parezca lo contrario, también tiene mucho mérito, tanto como el hecho de lograr transmitir sin palabras. El primer impacto llegará a nosotros a través de sus pulidos gráficos. Tras una fugaz interpretación de simpleza en sus tonos pastel y sus primeros escenarios algo vacíos, rápidamente iremos dándonos cuenta del sólido tratamiento que recibieron estos. La perspectiva isométrica, algo omnipresente en cualquiera de sus pantallas, da una sensación de amplitud visual que se pronto se ganará nuestra simpatía, pero hay mucho más. El tamaño de los sprites y concretamente el de nuestros personajes es admirable, sobre todo porque nos permite fijarnos en unos diseños en los que se puede apreciar el trabajo invertido, desde sus elaborados ropajes (mochilas, capas, botas, guantes, armamento…) hasta sus graciosas y resultonas animaciones. Los enemigos, aunque un paso por debajo de los personajes protagonistas, también tienen su miga, al igual que los pocos interiores que tendremos la ocasión de admirar, puro encanto visual en todos sus detalles y una gran calidez y pulcritud en sus acabados. Monstania es pura esencia concentrada. No nos ofrece cientos de pantallas, pero la gran mayoría de las que se presentan ante nosotros son de una belleza notoria. Algunas permanecerán en mi memoria durante mucho tiempo, como el pueblo nevado de Snowt o el camino de los cerezos en flor, y otras serán directamente inolvidables, como la ciudad de Maberia inundada con los tonos anaranjados del atardecer o los cariñosos momentos entre nuestros protagonistas mientras van a la deriva durante días en una balsa medio destrozada (¿de qué me suena eso, Illusion of Time?). Lo que quiero decir es que los diseñadores pusieron todo el corazón en cada una de las escenas y paisajes que acompañan el devenir y los belicosos combates de nuestros héroes para que todo tuviese un mismo espíritu y resultara tremendamente entrañable. Precisamente por eso en lo visual el juego transmite esas sensaciones tan agradables y positivas aunque sea en situaciones graves. Pero sin duda, el aspecto del diseño que más me llegó fue el propio carácter de los dibujos, con esos trazos gruesos que resaltan las siluetas de todo lo que vemos en pantalla y les dan mucha más personalidad y presencia, y que de nuevo me vuelven a recordar estilísticamente a Equinox, con todo lo que conlleva.

Todavía falta esa chispa para que podamos considerar esta obra como algo entero y de mayor calidad si cabe. Y de esto se encarga el apartado sonoro que, al igual que el resto, mantiene un alto estatus, sobre todo a nivel compositivo y de variedad. El nombre de Noriyuki Iwadare me resultaba familiar, pero no acerté a saber en un primer momento que su talento ya había quedado ampliamente demostrado en juegazos de renombre como Ys III: Wanderers from Ys, Lunar: Eternal Blue o Der Langrisser, y que se revalorizaría aun más con sucesivos títulos, sobre todo con la saga Grandia, donde creo que su trabajo tocó la cima. En este juego nos ofrece casi treinta composiciones, lo cual no es nada desdeñable tratándose de un juego de tan corta duración, todas ellas llenas de vida, algunas vistas desde un punto luminoso y alegre, otras desde el marco de esas notas tristes y, si cabe, más inspiradoras. Prácticamente hay una por cada pantalla, y resultan muy acordes al aspecto de estas. Si hacemos una valoración en conjunto, puede que las más alegres y optimistas sean capaces de describir mejor el espíritu positivo de Monstania, conjugándose a las mil maravillas con esa paleta de colores vivos y agradables que bañan el juego. Entre el estilismo y la estética musical, Iwadare pareció decantarse por esto último. Dentro de sus distintas naturalezas, gran cantidad de sus melodías están grácilmente adornadas por instrumentos de lo más variopinto que además suenan de maravilla al amparo del prodigioso chip SPC700 de Super Nintendo. Son sus saxos los que hacen que resalte esa sensibilidad de cada uno de los temas, o los punteos de guitarra española los que nos transportan emocionalmente a la situación que viven los personajes, pero mirando entre líneas secundarias, se descubren detalles que definitivamente harán que nos prendemos de determinados cortes, insistentes teclados que crean bases fantásticas o punteos de arpa que añaden un toque casi mágico. Centrándonos en los temas más oscuros y melancólicos (que a pesar de que su historia no sea la más emotiva que existe, hay unos cuantos, tienen un gran feeling y saben llegar perfectamente a lo más hondo), contando quizá con menor número de instrumentos, suenan también muy trabajados y vibrantes hasta llegar a los últimos que nos presenta el juego, prácticamente ambientales. El único problema de los efectos de sonido es su escasez. Por lo demás, debemos admirar su calidad y fidelidad, llamadas a la puerta, algunas voces (¡incluso!), los sonidos de las armas… pero ante todo, las magníficas y cálidas ambientaciones que son capaces de crear la lluvia, los sonidos de los animales nocturnos (mis favoritos) o la volcánica lava.

Desde su primer avistamiento de una hada, hasta su enfrentamiento final con Black Curtain, nuestros héroes, una pareja encantadora con constantes muestras de su amor mutuo (algo no muy habitual en un juego) recorrerán míticos parajes de fantasía como un bosque encantado, idílicos pueblos y lugares espirituales bañados por un colorido exuberante y una música que desprende cariño a raudales, casi tanto como esos sosegados momentos que hay que disfrutar con todos los sentidos, como el paso de un carruaje en un tranquilo paseo, un atardecer de una ciudad junto al mar o uno de esos momentos nocturnos tan poderosos frente a una hoguera. Monstania es como un elixir concentrado, un caramelo que se deshace demasiado pronto… una delicia de proporciones muy reducidas que merece, precisamente por su condición, más de una oportunidad para saborear del todo sus excelentes cualidades. Y aun así, nos quedaremos con muchas ganas de más.


- Lo Mejor Del Juego: Sus gráficos son un regalo para la vista. La originalidad y mecánica de las pruebas no deja de sorprender. Los instrumentos que escuchamos. El cariño que destila.

- Lo Peor Del Juego: La profundización en sus personajes es muy superficial, al igual que el desarrollo de la historia. Es injusto que no tenga mayor duración.

----OTROS ANÁLISIS RECOMENDADOS----

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La Música de este RPG

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Creo que no me equivoco si afirmo que todos y cada uno de los temas que componen la banda sonora de este diamante en bruto en forma de RPG llamado Monstania os van a encandilar. Y lo harán por su gran espontaneidad y optimismo o por su gran capacidad para transmitir y sorprender, pero sobre todo, por ese derroche de calidad compositiva que demostró el sr. Noriyuki Iwadare al darle forma. Y es que la descripción en el texto principal se queda corta. Pianos, armónicas, marimbas, contrabajos, guitarras eléctricas y un largo etc., una selección instrumental de aplauso.

Are you listening?. El bueno de nuestro protagonista parece que a veces no escuche lo que su chica le dice, pero en el fondo ella sabe que la adora. Mientras dan un paseo hacia casa y por su lado pasan los granjeros en sus carros, suena esta melodía, que es poderosamente entrañable y calmante. Su aire campestre viene reforzado por unas armónicas que son las protagonistas de un tema que nos va a cautivar de primeras. ¿Quién dice que no podría sonar en cualquier Rancho Lon-Lon de un Zelda?



Maberia. El número de instrumentos en este tipo de temas más lentos y ciertamente tristes se reduce, y dejan a su melodía principal a cargo de saber transmitir al jugador. Y en mi caso, sin duda lo consiguen con su gran carga emocional. Y aunque no abunden los momentos melancólicos en el juego, están colocadas en momentos ideales, como ese mágico atardecer de tonos cálidos en Maberia, una de las pocos pueblos que visitaremos pero que nuestra memoria absorberá por largo tiempo.



The Road to Aventure. Probablemente es el tema que más me ha fascinado de todo el juego. Su inicio con teclado hace que su melodía inicial se asemeje al Rock AOR y definitivamente su saxo es el que le atribuye una personalidad arrolladora, a medio camino entre el optimismo y la melancolía, tan solo uno de los tantos matices que podemos encontrar en un tema en donde la variedad brilla con luz propia, incluyendo un pasaje intermedio con arpegios y unas flautas más virtuosas que elevarán nuestros sentidos. Una pequeña obra de arte.



Fron and Tia forever. Otra oda al inmenso cariño que nuestros protagonistas sienten el uno por el otro en su título, y otra canción fantástica que puede ser en sí misma muy representativa del espíritu de Monstania. Pasada la mitad del tema, surge de nuevo ese saxo tan evocador, uno de los instrumentos que más me han gustado, mientras un teclado crea algún que otro dibujo de fondo. El corte inspira mucho optimismo y también, al igual que otros, tiene un aura bastante tranquilizadora.



Clean it up!. Para que despedir esta review musical con toda la alegría posible, si es que los anteriores temas no os la han contagiado ya, os dejo con esta canción que podremos escuchar en una de las fases más distintas y curiosas, pero también frustrantes, que requieren a la fuerza de un aire tan humorístico (porque el juego tiene muchos golpes realmente hilarantes) como el que escuchamos. Me ha recordado a ciertas pruebas del Tales of the Abyss, y no sin razón.