Shin Megami Tensei (Super Famicom, W-RPG)

Puede que a algunos se os ilumine el rostro al ver este nombre en pantalla y puede que a muchos otros os suene a chino. El RPG insignia de Atlus (y en este caso, el primer título distribuido también por ellos) y una de las franquicias más importantes de la historia en Japón dentro del género, se fue extendiendo de forma vertiginosa en su tierra natal hasta el punto de que citarla causaba un impacto y un reconocimiento solo comparable al que tenían otras sagas como Final Fantasy o Dragon Quest, con la diferencia que la que nos ocupa fue incluso más prolífica. Puede que suene increíble, pero es cierto, y no lo es menos que, en pleno 2020, existe (contando también spin-off y sagas alternativas) la mastodóntica cifra de… ¡más de 60 títulos! Incluyendo uno para Switch que verá la luz en el presente año. Con todo, no voy a tratar aquí los dos primeros RPG de la serie (exclusivos de Japón, para Famicom y distintos modelos de microordenador), sino que voy a saltar directamente al primero en 16 bits, que fue el que realmente dio el espaldarazo definitivo a una saga que sigue prosperando a día de hoy.

Es curioso el caso de esta saga, que ha sido más reconocida a nivel mundial gracias a una de sus series alternativas. Porque si hablo de Persona… ¿verdad que la cosa cambia? Quien más y quien menos, habrá oído hablar de esta o habrá catado alguna de sus exquisitas historias. En los turbios inicios, la saga bebió de las fuentes de los RPG occidentales con todo lo que ello conlleva. Pero aun conociendo esto, creo que era algo de ley que esta saga terminara apareciendo por aquí, sobre todo por su carisma, su influencia y su gran reconocimiento. Hasta el momento no había probado ninguna parte, y aunque la experiencia me ha gustado de forma moderada (hay cosas geniales y otras que no tienen perdón), ha llenado de misterio mis sentidos desde el primer momento de la intro, casi sin música, con un trasfondo atmosférico que destila inquietud y oscuridad, un juego casi terrorífico en su inicio, que nos mueve por mundos entre lo onírico, lo fantasmal y lo catastrofista, sin conocer siquiera un ápice de su argumento. Porque al aire ocultista y esotérico del principio, se van añadiendo sombras de teorías conspirativas, experimentos aberrantes, y más tarde entra de lleno el tema de la religión, de la luz y la oscuridad, siendo esta dualidad una de las facetas representativas de la saga. Todo ello, incluyendo rasgos de culturas cristianas, mitología nórdica, griega y tolteca, se envuelve para mayor contraste en el aspecto y entorno de un futuro no demasiado lejano en pleno Tokio. Toda esta intrigante mezcla de elementos ya es por sí sola una invitación para acercarse a él. Es complicado hacer un resumen general de la trama sin caer en desvelar nada. Su universo está basado en una trilogía de novelas japonesas. Año 199X, Japón ‘contemporáneo’. Tras una serie de perturbadores sueños precedentes al gran conflicto, nuestro héroe conoce en la realidad a las personas que formaban parte de estos y recibe un misterioso correo electrónico. A su vez, una inesperada alarma general da pie al acordonamiento de su zona de residencia, seguida de desapariciones, asesinatos y el rumor de que un científico ha conseguido abrir las puertas del infierno, dando vía libre a demonios ancestrales para entrar en nuestro mundo. Ante esta amenaza, el gobierno de los EEUU, convencido de la malignidad del acontecimiento, se prepara para lanzar un ataque nuclear, enfrentado a la creencia de los japoneses de que la llegada de los demonios no es sino el camino hacia el cambio, la libertad y la diversidad. El resto… tendréis que vivirlo por vosotros mismos.

Lo contado hasta ahora puede resultarle extraño e inconexo al lector. Y en verdad, se puede decir que el juego tiene una gran carga de surrealismo, lo que hizo aumentar todavía más mi interés hacia él. El mundo es visto por nosotros a través de los ojos del protagonista de forma literal, y puede que sea lo mejor para meternos de lleno en el complejo ambiente. De esta forma, el juego se acerca todavía más al estilo americano, con la excepción del mundo general, diseñado de forma extremadamente minimalista, donde unas formas geométricas representan casas y edificios, ríos, barreras y muy poco más. Aporta muy poco al conjunto, pero solo pasaremos un pequeñísimo porcentaje de la aventura en él. El grueso lo viviremos por angostos y muy poco inspirados decorados, y esto incluye tanto ciudades, edificios como mazmorras. El nivel de detalle apreciable es mínimo, con texturas planas y casi monocromáticas tanto en suelos como en paredes, bastante monotonía en general, a lo cual no ayuda demasiado el esquelético y cuadriculado desplazamiento. La cosa mejora con las escenas estáticas, muy trabajadas, con una gama de colores que sobrepasa con mucho la del resto y algunas de ellas con más de una pantalla de alto, cuyo diseño vale la pena pararse a apreciar. Añadir a este respecto la ondeante ilusión gráfica predominante en los momentos más místicos, como sueños o conciencias, que alimentan esa extraña sensación de surrealismo. Hasta ahora, uno se puede hacer una idea bastante negativa de los gráficos de este RPG, más allá de la perspectiva en primera persona que rompe un poco el molde. Sin embargo, hay un conjunto dentro de este aspecto que merece analizarse aparte, y no solo salva de la quema el tema visual, sino que además es de una diversidad y calidad asombrosa. Me refiero al espectacular catálogo de bestias y demonios que puebla cada rincón del mapeado. El diseño de la gran mayoría de ellos está muy trabajado, e importante, respeta siempre el estilo y la personalidad del juego. Cientos de sprites distintos (sin contar los cambios de paleta) que nos refrescarán la vista, llenos de color y detalle, de muy distintos tamaños y con inspiraciones muy dispares: desde monstruos de mitología nórdica o griega hasta demonios que parecen sacados de una película de terror, desatarán nuestra imaginación y su aparición vendrá determinada en parte por la fase lunar que estemos atravesando.

Y no solo están los que saldrán a nuestro encuentro. Porque si hay algo básico que debemos aprender es a reclutarlos, invocarlos y sobre todo, a fusionarlos. Puede que al principio lo hagamos por diversión, pero cuando la dificultad empiece a apretar, tener de nuestro lado un poderoso séquito de demonios se convertirá en algo imprescindible. Os sorprenderá la enorme cantidad de monstruos que podemos llegar a crear, experimentando con las fusiones y aprendiendo las características y los límites de las clases. Existe más de una decena de estas por lo que la cantidad de combinaciones es inmensa, siguiendo ciertas reglas para potenciar al máximo las creaciones resultantes. Al fusionar, deberemos tener en cuenta varios factores y aquí entra en juego otro elemento vital, una de las bases mismas del juego: la alineación hacia el bien o hacia el mal, que se puede entender como dos caras de la misma moneda. La inspirada mente de Kazuma Kaneko rindió al 100% en su tarea de diseño y es algo que nos dará un aliciente extra para continuar en el a veces exasperante transcurso de la aventura. A pesar de su recatado aspecto gráfico, la ambientación está bastante conseguida, y llega a meternos muy dentro de la historia, aunque el hecho de no poder ver al protagonista, ni saber apenas nada sobre él, es algo que se podría haber mejorado. Una historia en donde, aunque no son demasiado numerosos, es muy importante atender bien a los diálogos para conocer el siguiente paso. Tal vez estos sean uno de los motivos (aparte de los desnudos o la temática religiosa) por las que el juego jamás saliese de Japón. En base a nuestras respuestas y nuestras acciones, el protagonista iniciará un camino moral, una identidad que se debatirá entre el camino del bien (los Messians) y el mal (los seguidores del Caos). Incluso en los combates, el diálogo puede existir si así lo deseamos. En lugar de pelear con un demonio, podemos hablarle (a través del menú de la computadora que lleva el protagonista a todas partes) para convencerle de que se una a nuestro grupo o para que nos dé unos cuantos yenes: un puntito extra de estrategia al sistema. Ítems hay en cantidad para aburrir. El problema es que, al no haber descripción, solo podremos saber su función mediante método de prueba y error. Algo similar ocurre con las magias, y esto es más significativo todavía, porque en medio de un combate, las decisiones han de ser empíricas. Y aun así, debemos estar muy agradecidos a los de Aeon Genesis por su traducción. Por nuestros propios medios, deberemos aprender estos pormenores… y todo ello mientras la desmadrada confusión de cada uno de los laberintos del juego nos desborda. Porque si los primeros edificios os parecen enrevesados… no tenéis ni la menor idea de lo que se os viene encima. Sí, existe un mapa, pero no es demasiado práctico, y con los distintos saltos de dificultad del juego (algunos de ellos realmente drásticos), comenzaremos a agobiarnos, aun con el mejor equipamiento y los demonios más eficientes de nuestro lado. Porque no, amigos. Lo peor de la terrorífica dificultad no es el diseño de los escenarios, sino el nefasto cálculo de la frecuencia de combates. Muy pocas veces en mi dilatada trayectoria con este género he visto algo igual. Los enemigos nos asaltan sin ninguna mesura y con una fiereza temible. He llegado a contabilizar 10 o 12 pasos seguidos con sus respectivos combates. Y estos pueden ser de hasta cuatro rondas de enemigos, con un número de estos que puede variar entre 1 y 8 en cada ronda. Si coincide que además nos encontramos en zonas oscuras (donde no veremos NADA), con trampas en el suelo que nos restan energía o nos envenenan, y teletransportes invisibles que nos pueden enviar a la otra punta del enorme laberinto… esto ya puede rozar lo ridículo y lo enfermizo. Es algo tan abominable que he tenido serias dudas de que fuese a lograr terminar el juego… y eso que soy persona de gran tolerancia y paciencia en este sentido. Aparte de perseverar en estas dos cualidades… poco puede hacer el sufrido jugador por evitar esta locura de encuentros.

Hablando de experimentaciones… según palabras del compositor Tsukasa Masuko, quien era de las primeras veces que trataba con una Super Famicom, el trabajo musical fue algo que salió sobre la marcha (ni siquiera conocía los límites y apenas las especificaciones de la consola). Lo que no pierde en ningún momento la banda sonora es su condición de electrónica, y en mi opinión, es fantástica para ambientar el mundo pre y post-apocalíptico que nos propone Shin Megami Tensei, pero al mismo tiempo, se puede llegar a hacer muy cargante en los laberintos más densos y crueles. A esta faceta se le añade la del misterio, con cortes lentos guiados por arpegios. Con mayor o menor acierto, se incluyeron en algunos coros sintetizados y guitarras eléctricas que suenan demasiado artificiales, aunque puede que fuese esa la idea inicial para empastarlas mejor con la ambientación. Buscando entre sus más de 20 composiciones, podemos encontrar desde melodías que nos sorprenden, cadencias semejantes al reggae y bajos que destacan por su dureza y su casi omnipresencia, algún que otro compás progresivo, clavicordios, temas de acción pura y dura que podríamos encajar perfectamente en cualquier beat’em-up o teclados hammond muy bien situados. Uno de los aspectos que más agradeceremos al entrar en algunas de las habitaciones especiales repartidas por las mazmorras (tiendas, armerías, sanadores…) es que todas ellas tienen melodía exclusiva, con lo que romperemos por unos minutos la monotonía que se apodera de estas zonas cuando llevamos horas en ellas. En conjunto, no es demasiado variada y tampoco demuestra exquisito dominio del chip de la Super, pero a la hora de ahondar en el espíritu del juego, desde luego, no le falta personalidad, sobre todo contrastando con la vulgaridad y la poca presencia de los efectos sonoros, uno de los apartados más flojos del cartucho. Toscos, primitivos y sin carisma ni sonoridad, parecen sacados de algún juego para un sistema inferior.

Una experiencia, en cualquier caso, colosal por muchos motivos. Por la extrema y desesperante dificultad, que pondrá a prueba a todo jugador, incluidos aquellos experimentados en Dungeon Crawlers, pero también por las más de 80 horas, que la han convertido en la aventura más larga de todas las que he vivido junto a mi consola. Claro que si tenemos en cuenta que los combates van a ocupar como un 75% de ese tiempo… es algo que no motiva en exceso. Aun con todo, el sistema de escoger nuestra alineación ideológica / moral es algo que sorprende e incita a continuar, más allá de sus suficientes gráficos o su ligeramente encasillada banda sonora, el juego aborda por una visión más psicológica y nos plantea toda clase de cuestiones éticas en las que nuestra decisión cambiará notablemente el transcurso de la historia. De hecho, mi idea era rejugármelo para tomar la ruta inversa. Pero sinceramente… no he tenido corazón para hacerlo.


Información EXTRA. Para aplicar tanto el parche al inglés (Aeon Genesis) como el de español (Orden) se debe buscar la rom adecuada de entre las decenas que circulan por Internet. Imprescindible que dicha rom tenga el CRC32: 90DE2C78, o de lo contrario se bloqueará al principio del juego o bien aparecerán errores gráficos insalvables. El parche original de Aeon Genesis (no así el de Orden, que ya los traía corregidos) tiene ciertos fallos en las nomenclaturas y algunos bugs que impiden el progreso en determinados momentos del juego. Para solventar esto, pinchad AQUÍ y descargaos el parche mejorado que creó el mismo equipo de Orden hace unos años. Este último se ha de aplicar sobre una rom limpia en japonés con el mismo CRC32 que he puesto arriba.

- Lo Mejor Del Juego: La posibilidad de trazar nuestro propio camino a través del bien o del mal. El bestiario disponible es impresionante. La ambientación político / fantasmal me ha encantado.

- Lo Peor Del Juego: Los últimos laberintos son para tirarse de los pelos. La música es algo repetitiva. La frecuencia de combate es tan espeluznante que acaba cayendo en el ridículo.

----OTROS ANÁLISIS RECOMENDADOS----

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La Música de este RPG

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El criterio al que me he acogido a la hora de seleccionar los temas que iban a formar parte de esta sección, ha sido sobre todo apostar por la variedad y rehuir un poco de tanto tema de base electrónica, que al final se hacen demasiado repetitivos. Distanciadas entre sí, existe un buen puñado de melodías que son las que realmente más sorpresa nos van a causar, aunque suenen de forma puntual en lugares concretos. Lástima que en general la banda sonora no ayude demasiado en el plano emocional...

Ruins. Con cierta percusión progresiva arranca este corte que podremos escuchar mientras recorremos el mapa abierto de la ciudad de Tokio. Una de las más interesantes, de hecho, que rompe la norma que he citado arriba. A parte de que refleja muy bien tanto el aura de misterio como el ambiente trágico del juego, tiene además un punto extra de fantasía en sus notas, de esos que nos evocan magníficos y largos viajes con épica. Además, la instrumentación suena muy bien.



Home. La segunda es un hermoso vals que tan solo aparece en la casa donde reside nuestro héroe. Es muy melodiosa y tranquilizadora, sus notas son suaves y transcurren a una velocidad perfecta para disfrutarlas. Ya que a partir de aquí todo será furia y tensión, recordad disfrutar de estos momentos de paz que raramente se volverán a repetir, ni en cuanto al desarrollo ni en cuanto a la música. Las notas con sonido de piano te hacen soñar despierto.



Ginza. Puestos a buscar un tema cañero pero que conserve entre sus notas algo de melodía, que no sea tan machacón como la mayoría, estuve dudando entre esta y alguna de las que ambientan las batallas finales. Esta que he escogido me encanta, y es una de las que más tiempo he pasado escuchando y prestando atención. Aunque las guitarras suenan demasiado electrónicas, la progresión de su parte central desemboca en unos teclados con mucha fuerza que le dan un empujón tremendo al tema.



Pascal's Theme. ¿Que quién es Pascal? Es la mascota del protagonista, y solo aparece durante las primeras horas, así que podéis imaginaros lo poco que podremos escucharla. La he puesto por lo diferente que resulta del resto... y porque de primeras se coló entre mis favoritas. Y es que ese ritmo reggae... ¡es irresistible! Y mira que es un tema sencillo, pero entre las líneas de bajo tan chulas, su cadencia hipnótica y la flauta que le añade melodía extra, ¡les quedó genial!.