Al ver el título y seguidamente la intro, uno puede pensar que ya ha establecido relación entre ambos con tan solo unos pocos segundos de juego, pero nada más lejos de la realidad. El argumento tiene muchísimo que contarnos más allá de las primeras imágenes: una historia cargada de originalidad en un tiempo donde la saga continuaba reinventándose a si misma en cada título, con sorpresas a cada paso, secretos muy bien guardados que se resistían hasta el final y habilidades por descubrir que podían cambiar radicalmente la concepción del juego. Con esto no quiero decir que a Miyamoto y compañía les haya abandonado la musa de la creatividad, pero sí es cierto que en Link’s Awakening se respira un clima distinto a las últimas entregas, envuelto en un intrincada aura de misterio especialmente intensa que nunca sabes como o donde va a terminar. Fue la cuarta entrega, tan solo dos años después del majestuoso A Link To The Past, una verdadera joya que en mi opinión, y con permiso de Ocarina of Time, nunca ha sido superado, pero esta que tratamos hoy le anda muy, muy cerca, y de hecho tiene una esencia tremendamente parecida, recoge muchas de las virtudes que presentaba aquella única entrega para Snes y las adapta con gran maestría a la pequeña de Nintendo, aprovechando su estructura, su modo de juego e incluso su estilo gráfico para crear el que fue considerado como la mejor Aventura RPG de la historia de Game Boy para muchos, apostando fuerte por algo que (salvo en Zelda II quizá) todavía no se había explotado en la saga como las relaciones con los distintos habitantes del lugar, llamado la Isla de Koholint, donde el barco de nuestro héroe hace aguas cuando intenta salir airoso de una terrible tormenta que se le presenta cuando regresa a su hogar. Allí, una chica llamada Marin encuentra a Link inconsciente y lo lleva a vivir al pueblo de Mabe. La realidad que Link ve a través de sus ojos puede no ser del todo real, y no todo es lo que puede parecer. Leí hace un tiempo algo que me intrigó profundamente… y es que al parecer Yoichi Kotabe, por aquella época y como la mitad de la población mundial, fue adicto a una serie muy popular en aquellos primeros 90, Twin Peaks, una creación genuina, distinta a todo, que removió los cimientos de la televisión y revolucionó por completo el concepto de serie televisiva, una obra maestra fascinante hasta los límites de la obsesión (recomiendo fervientemente su visionado, es mi serie favorita… increíble). Según dicen, su gusto por la serie le llevó a crear una isla apartada del mundo, un lugar donde todo tiene un aspecto siniestramente bello, casi onírico, y donde dar las cosas por sentado puede no ser la mejor opción. Quizá esta relación con la serie le llevó a crear más interacción con otros personajes de los pueblos que visita Link con personajes de lo más extraño, la señora de la escoba, el cocodrilo pintor, o un fantasma invadido por la nostalgia que quiere volver a ver su antiguo hogar para más tarde volver feliz a su sepulcro.
Sería un gran error pensar que, al ser un juego diseñado para la primera Game Boy, este Zelda sea considerado una obra menor. Ni por asomo. El esmero puesto en su apartado gráfico da frutos desde los primeros momentos, con detalles realmente sorprendentes, sprites de un tamaño considerable y gran variedad de zonas distintas entre ellas, como la playa, el bosque o un cenagoso pantano, algo que puede parecer muy fácil de representar en una consola de 8 o 16 bits pero no lo es tanto en una portátil que tan solo es capaz de mostrar 4 colores en pantalla. Y no solo es esto, muchas veces el juego nos sorprende con detallados primeros planos de algún dibujo o escenas realmente poéticas, como el encuentro de Marin y Link frente al mar. Son detalles que trascienden la simple técnica a la hora de programar, y hacen pensar que se ha puesto mucho corazón a la hora de transmitir emociones, algo que no se prodiga demasiado en los Zelda, pero que aquí puede tener un peso algo mayor que en algunas entregas, una vez más, en parte, gracias a la interacción de Link con los habitantes de la Isla Koholint. Tampoco llega a la profundidad de un j-rpg clásico en este aspecto, pero es algo que hay que valorar, igual que el hecho de que sea el primer Zelda que no transcurre en la tierra de Hyrule. Link va descubriendo más y más a medida que se aleja de su lugar de llegada, y es entonces cuando uno comienza a entender el título de esta obra, a base de recorrer cada uno de los 8 laberínticos calabozos en donde ha de ganar nuevas habilidades y objetos que le permitan acceder a nuevas zonas del mapeado, algo que siempre ha sido santo y seña de esta maravillosa saga, pero también aumentar su barra de corazones y avanzar un paso más en su objetivo de abandonar la isla, algo que solo conseguirá despertando al pez del viento (Wind Fish). ¿Os suena Kaepora Gaebora? Pues es en Link’s Awakening donde hace su aparición estelar, indicándonos (al igual que los teléfonos repartidos por la isla) cual será nuestro próximo objetivo. Una vez hemos conseguido preciados objetos como el gancho o los guantes de poder, las alternativas en forma de caminos a seguir se multiplicarán, al igual que lo harán los objetivos, cuevas secretas, misteriosas moradas… y lo más maravilloso de todo es que, con tanta cosa en nuestra atribulada cabeza, siempre nos acabaremos entreteniendo en algo tan sencillo y mundano como cortar hierbas o levantar piedras en busca de ese pedazo de corazón o esa caracola mágica, pescando tranquilamente en un lago (idea que se desarrollaría en un futuro) o concursando en la tienda para conseguir objetos difíciles de encontrar. No podremos evitarlo, es algo intrínseco en un Zelda, al igual que el ansia por darle mil vueltas a una zona donde sabemos que hay algo importante escondido pero no conocemos la forma de averiguarlo. Además, para redondearlo todo un poco más, hay que decir que nos encontramos ante uno de los Zelda más equilibrados a nivel de dificultad, cuya línea va creciendo de forma muy progresiva, tanto en los misterios a desvelar como en las mazmorras y llega hasta cotas perfectamente razonables en las que dominaremos situaciones con el esfuerzo justo.
Todo es encantador desde el primer segundo en que comienza la historia. El pueblo de Mabe y sus habitantes, el enigmático bosque encantado y algunos enemigos directamente traídos del universo Mario Bros… la personalidad de todo aquello que se cruza en nuestro camino por sí sola puede ser una valiosa pista que no deberemos olvidar. No es que los diálogos sean particularmente trascendentales, ya que muchas veces son solo simples rellenos y se repiten varias veces, pero, por ejemplo, la ornamental veleta coronada por un pájaro en el centro de un pueblo o las inquietantes señales del sur pueden jugar un papel vital en algún momento de la historia, detalles que se suceden sin hacer demasiado ruido y sin embargo nos motivan y, como una fuerza invisible, nos obligan a continuar avanzando como si de un gigantesco puzzle se tratara. Como ya ocurrió en A Link To The Past pero con más ahínco si cabe, la música juega un papel fundamental en la historia incluso antes de conseguir nuestra preciada ocarina. En cada templo nos espera un instrumento musical de los que habrá que reunir para despertar al susodicho pez que se halla en lo más alto de la montaña y, como podremos observar, se ha hecho un gran esfuerzo por dotar a cada uno de ellos con un sonido distinto y apropiado. Esto es solo un guiño de esta Aventura RPG a la necesidad de entender su banda sonora como parte inseparable de él, con un número tan elevado de composiciones distintas que cuesta creer que todo ello quepa en un reducido espacio de 4 megas. La gran mayoría de las piezas han sido compuestas exclusivamente para este capítulo encontrando desde la ya conocida sinfonía de Hyrule, maravillosa y hechizante como siempre, hasta algunas como la del primer pueblo, que con un poco de oído nos puede recordar claramente a la nana de Zelda en lo que podría ser el embrión de esta, o esos misteriosos temas que nos acompañarán por las mazmorras. Hay temas que realmente merecerían una adaptación a posteriores Zelda, ya que son de una calidad pocas veces vista en una portátil, obviamente a nivel de composición. He echado mucho de menos la canción de los santuarios de las hadas, pero lo único que me ha extrañado es que la melodía final, una vez reunidos todos los instrumentos, suena parcialmente desacompasada y fuera de tempo, no se si es algo que se habrá hecho a conciencia, pero hubiese sonado realmente magnífica si no fuese por ese detalle.
El control sobre el personaje es otra pequeña maravilla. Su movimiento en ocho direcciones hace realmente sencillo deambular por todo el mapa y las habilidades aprendidas, aparte de abrirnos el acceso a nuevos y emocionantes lugares repletos de secretos y llamativos parajes, nos puede facilitar muchísimo repasar zonas ya conocidas. El guante para levantar piedras nos ahorrara largos trechos en esta isla que a veces puede llegar a ser bastante laberíntica por la mala leche con que ha sido diseñada, al igual que el salto, algo bastante innovador, o las botas para correr a gran velocidad. Pero si combinamos varias habilidades, los resultados pueden ser sorprendentes, como correr con las botas para luego dar un gran salto. Link’s Awakening nos abre la puerta a un mundo totalmente distinto pero a su vez muy familiar para los aficionados. Sus paisajes son perfectamente reconocibles y unidos a los temas que los acompañan transmiten una sensación cálida y agradable que en muy pocos juegos se puede llegar a sentir. Los que decidan jugar a la versión de Game Boy Color deben saber que cuenta, entre otros muchos extras, un nuevo calabozo y más temas musicales. Eso fue años después, pero los usuarios de la primera Game Boy deben estar eternamente agradecidos por haber podido disfrutar de este auténtico lujo de aventura hace ya nada menos que 20 años, ya que pudieron mirar de tu a tu a otros usuarios de cualquier consola de Nintendo argumentando: “Nosotros también tenemos un Zelda… y es una auténtica genialidad”. Y “tan solo” quedaría esperar 5 interminables años para paladear esa obra maestra incomparable, esa aventura inmortal llamada Ocarina of Time, que detuvo el paso del tiempo en aquellos que la jugamos en su día y seguimos haciéndolo con la misma ilusión.
- Lo Mejor del Juego: Secretos en cantidad, banda sonora extensa, variada y de calidad, y todo un mundo por recorrer con pura esencia Zelda. El aspecto gráfico es una delicia. El diseño de las mazmorras.
- Lo Peor del Juego: Algunos pueden encontrarlo algo corto y fácil. No se que es peor, el zumbido cuando queda poca vida o el que aparece al coger un item de fuerza extra.
----OTROS ANÁLISIS RECOMENDADOS----
La Música de este RPG
__________________________________________________________Después de haber vuelto a disfrutar de una aventura tan intensa como este Link's Awakening, sin duda uno de mis Zelda favoritos, siempre quedan los recuerdos que están en parte secundados por las fantásticas melodías que nos acompañan durante el trasiego de Link, que junto a unos buenos y variados efectos de sonido tejen un apartado sonoro de auténtico lujo, unas cuidadas melodías que dicen mucho de la calidad general del juego.
Overworld. Empecemos a lo grande. Y es que mirad que magnífica suena una de las composiciones más clásicas del universo Zelda en una máquina tan limitada como Game Boy. Su orquestación, obviamente, queda muy lejos de la entrega para Super Nintendo, pero en cambio se han añadido nuevos pasajes con cierto regustillo neoclásico que la hacen algo distinta pero conservando su colosal épica.
The Ghost's House. Es básicamente una mezcla del tema principal del pueblo de Mabe, aunque muy simplificada, donde su melodía queda más sentimental y desnuda. La historia del fantasma no tiene apenas relevancia en el desarrollo del juego, pero a mí me ha marcado, hasta el punto que he decidido colgar aquí la melodía de la casa para que no se me olvide nunca.
Marin Sings the Ballad of the Wind Fish. Técnicamente es una canción muy sencilla en cuanto a composición, demasiado simple en cuanto a instrumentación, pero que guarda muy bien la esencia del juego y forma la melodía base del tema que despertará al pez durmiente. Hay varias versiones a lo largo de la aventura, esta es la más "limpia".
Mt. Tamaranch. En sus primeras notas sigue los pasos compositivos de Overworld, pero se desvía por líneas más dramáticas, especialmente llegando al final. Uno de los temas que más me ha sorprendido, por cuya tensión podemos adivinar que nos encontramos en una de las últimas y más peligrosas zonas de la isla de Koholint, con sus ríos, montañas y desprendimientos de rocas.
7 comentarios:
Este juego es pura magia... en mi opinión sólo superable por OoT, MM y LTTP. Gran análisis de este juegazo... he disfrutado mucho leyéndola :)
Un saludo.
Mucha gracias, me alegro de que te haya gustado tanto la review, la verdad es que es un honor y un placer escribir sobre un juego de este calibre, además, veo que coincidimos de pleno en cuanto a preferencias, los tres que citas son también mis tres favoritos junto a este.
Un saludo :)
exelente analisis , exelente juego
Me encanta la review del juego, la Game Boy la tengo algo abandonada por desgracia. Aun tengo pendiente el Zelda de Snes ^^
Gracias a ambos por el comentario. El Link to the Past de Super Nintendo es mi Zelda favorito tras Ocarina of Time (insuperable por muchos años que pasen) y una experiencia imprescindible para todo aquel que ame los videojuegos. Así que, amigo Ze0n, te recomiendo jugarlo cuanto antes :)
Fue mi primer Zelda, me acuerdo perfectamente que mi primo de Barcelona lo trajo una vez a mi casa con su Game Boy, yo tenía unos 7 añitos. Al poco medio obligué a mis padres a que me compraran la Game Boy y este juego xD Le tengo especial cariño, y para mi es sin duda de los mejores Zelda's, superando a la mayoría de los de sobremesa incluso. Cada pocos años le echo una partidita :)
Qué tal Bego :)
En mi caso, fue mi segundo Zelda, tras el A Link to the Past, y coincido plenamente en que se encuentra entre los mejores. Tanto su pueblo como los alrededores están sumergidos en un halo de misterio muy especial, incluso tratándose de un Zelda, aunque los que lo hemos terminado podemos relacionar esto con la propia naturaleza del juego (que no voy a desvelar, por supuesto). Yo también le tengo mucho cariño y, aunque su huella permanece imborrable, yo también lo repaso cada cierto tiempo.
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