The Legend of Zelda - Oracle of Ages (Gameboy Color, Aventura RPG) (Sin linkear)

Comenzar un nuevo juego de la saga Zelda ha sido para mí, desde que a muy temprana edad probé las mieles de la gloria con A Link to the Past, algo así como abrir un regalo. Incluso uno de esos que ya imaginas qué contiene, pero que igualmente auguran muchísima ilusión y uno sabe a ciencia cierta que, sea lo que sea lo que contiene, nunca va a defraudar por muchas razones. Así pues, se pueden encontrar muchas ilusiones comunes en cada juego de la famosa serie creada por Shigeru Miyamoto: sorpresas, alegrías, frenéticas aventuras con sabor RPG, gráficos brillantes, una banda sonora única, situaciones inteligentes, pequeños gags de humor llenos de frescura… Pero esta creación que vio la luz a principios del 2001 fue un paso más allá de todo lo conocido hasta la fecha. La casi infinita creatividad del genio, junto al innegable buen hacer de Yoshiki Okamoto fueron capaces de crear, tras muchas ideas, discusiones y complicados cambios, una aventura para nuestro amigo Link que en realidad son dos distintas, pero unidas de forma inseparable en un único concepto que nuevamente enamorará a cualquier jugador, conozca o no la saga, una odisea prodigiosa, merecedora de los más grandes halagos y que no deja de sorprender, enganchar y complacer.

En principio, haciendo justicia al innovador concepto, mi idea fue tratar los dos capítulos que conforman la aventura como uno solo, pero viendo la enorme calidad de esta mi primera incursión, creo que sería al contrario si no hiciera un análisis por separado de Oracle of Ages y Oracle of Seasons. La gran ilusión que comentaba al principio es especialmente intensa cuando se trata de la primera vez, y jugar a estos dos capítulos era una espina que he tenido clavada durante demasiado tiempo, una ventana abierta a un excitante universo de sorpresas, emociones y fantasía. Para empezar, en este Oracle of Ages se ha puesto bastante énfasis en el tratamiento argumental. No deja de ser un Zelda: no esperemos giros radicales de guión o gran profundidad emocional, pero sí contiene gran variedad de personajes, cantidad de situaciones y una historia perfectamente definida, con principio y final por si alguien, caso raro, tan solo quisiera jugar a este título. Link es transportado en esta nueva aventura RPG a los reinos de Labrynna al encontrarse frente a frente con la trifuerza. Descolocado por su viaje, pronto aprende que un enorme terror envuelve el lugar, y descubre que el malvado espíritu Veran pretende encender la llama de la tristeza para gobernar el mundo bajo su control y voluntad. Y pretende hacerlo de la forma más cruel: desde el pasado y adueñándose de las almas de aquellos que con su bondad intentan proteger su tierra. Sin embargo, alguien más perverso todavía se esconde tras toda esta maldad, observando sigilosamente, unas viejas brujas conocidas llamadas las hermanas Birova. Estamos ante uno de los enemigos más crueles que ha visto la luz en un capítulo de la saga, y esto nos motivará especialmente para abrirnos camino hasta ellas, quitándonos de en medio a sus despiadados secuaces y contando a ratos con la ayuda de varios personajes y compañeros que nos ayudarán en la tarea, en una aventura RPG que apuesta más firmemente por las complicaciones a base de puzzles y acertijos que por la acción desenfrenada, aunque que nadie piense que esta no será uno de los principales obstáculos.

Como siempre, el vasto mundo a recorrer desde el primer segundo se irá desvelando poco a poco ante nuestros ojos, algo que siempre es recomendable hacer poco a poco, fijándose bien, y degustando cada una de las pantallas que iremos descubriendo. Y creedme, es algo verdaderamente enorme. Si en extensión podríamos hacer una comparativa con lo que supuso en su momento el primer The Legend of Zelda o el A Link to the Past (algo casi inaudito), en este caso y al igual que sucedía con el último nombrado, todo lo que ven nuestros ojos se multiplicará por dos. No abandona sus clásicos procedimientos y la estructura 100% Zelda, pero añade el principal valor diferencial de este capitulo: la posibilidad de viajar entre dos épocas. Y si en cualquier título de la saga las posibilidades crecen exponencialmente conforme descubrimos nuevos objetos que nos abren caminos inexplorados, imaginaos si esto lo extrapolamos a dos mapas completos, iguales en tamaño pero distintos entre sí. El doble de caminos, el doble de secretos… y claro, muchas horas de juego por delante. Mientras que en el presente predominan los colores luminosos y la naturaleza, 400 años atrás el panorama es bastante desolador y apagado. El nivel de los gráficos no solo se acerca a lo que se pudo ver en Super Nintendo, sino que en ocasiones incluso lo iguala, pareciendo increíble que estemos ante una “simple” consola portátil de 8 bits. El añadido del color supera ya ampliamente a lo visto en Link’s Awakening, pero incluso si así no fuera, también encontraremos excelentes animaciones, sprites de un tamaño inimaginable, remotos lugares de una belleza fuera de toda duda y ahora sí, gracias a sus 56 colores simultáneos en pantalla, un aspecto brillante y lleno de vida, unos degradados de una vistosidad impresionante, a lo que hay que añadir un movimiento suavísimo de pantalla y unos fondos de escenario, especialmente en las alturas, soberbios. También contaremos con algunos filtros gráficos al recorrer las misteriosas profundidades del océano, con el vaivén casi hipnótico de las corrientes, o aquellos que nos darán una sensación tórrida en Symmetry City. En definitiva, ya sea por sus coloristas detalles, por los cálidos interiores de las casas o por sus sorprendentes diseños, prácticamente cada pantalla tendrá un aliciente para que queramos, a su vez, descubrir otra nueva. 8 bits casi en su máxima expresión técnica, no creo que nadie salga defraudado en este sentido.

Otra cosa que nunca quiero dejar de alabar cuando de un Zelda se trata: su esencia. Cada sprite, cada lugar, cada misterio, cada cueva… todo conserva intacto y reluciente ese espíritu único e inigualable que presenta cada capítulo, ya sea en formato 2D o 3D, ya sea en Gamecube o en NES… hay un “algo” mágico que inmediatamente nos transmite una sensación que no volveremos a tener con ningún otro juego, un halo de grandiosidad épica, de decenas de secretos ocultos y emocionantes, de proporciones gigantescas, un toque de fábula que solo la mano de unos pocos privilegiados son capaces de imprimir en todas y cada una de sus creaciones, como el sr. Miyamoto. Una intensidad que tira de nosotros como un imán que nos impide despegarnos del juego, ya que en cuanto resolvemos un misterio, aparecen tres más que pueden llegar a abrumar por su, a primera vista, inaccesibilidad, pero cuyo descubrimiento envuelve al jugador de un sentimiento tan gratificante como motivador, con una fuerza casi infinita. Y es que hay otro aspecto que es igualmente relevante en esa otra parte indispensable para complementar estas increíbles sensaciones, y no es otro que su banda sonora, aunque en esta ocasión Koji Kondo trabajó como supervisor y el mérito principal recae en KYOPI y Minako Adachi de la compañía Pure Sound Inc. al idear una fantástica colección de melodías simpáticas y llenas de fantasía, que transportarán sin esfuerzo a nuestro sentido auditivo a las tierras de Labrynna. No penséis que el cambio fue traumático: cada corte de la selección final fue compuesto con mucha dedicación y sobre todo, respetando al 100% el estilo de la saga, impregnando cada nota y cada situación sonora con espíritu Zelda a raudales. Recordemos, también, que este título fue directamente programado por Capcom y no por Nintendo, aunque estos últimos supieron elegir bien para delegar la creación de esta gran obra. Pese a la similitud “instrumental” (algo de todas formas inevitable en un chip como el de la portátil), las melodías varían en sus ritmos, en sus personalidades y en sus tesituras, diferenciándose claramente aquellas compuestas con el objetivo de crear desasosiego y tensión con las que persiguen hacer todavía más apacible nuestra visita a lugares como ciudades o bosques de hadas encantados, incluso aquellas que nos sacarán una pícara sonrisa, como la de Crescent Island. La mayoría de composiciones son de nueva factura: esto ya de por sí implica mucho trabajo y dedicación, ya que no hablamos de un juego cualquiera, y puedo certificar que cumplen su misión de alegrarnos las caminatas. Sin embargo, es difícil pensar en un título de la saga que carezca del tema principal (field theme en algunos capítulos), que a pesar de las horas que pasaremos escuchándolo, no nos transmitirá ni la más mínima sensación de aburrimiento. ¿Cómo podría? Es un tema glorioso y energizante, pura épica y grandeza hechas canción, y prácticamente icono de la buena música en los videojuegos. Su brillantez es total al usar de forma impecable las características sonoras de la consola, pero no será la única que destaque. Existen otras composiciones heredadas, modificadas para la ocasión, aunque en general, tengo que admitir que no he encontrado ninguna de esas que pasean por la sombra y que van directas al corazón casi sin pretenderlo. Es un apartado muy completo, variado (con incluso varios temas exclusivos de lugares concretos) sin fisuras y rebosante de calidad, pero diría que le falta un punto para llegar al 10 de otros episodios (falta la melodía de las hadas, para mí imprescindible). Por supuesto, y al igual que sucede con el apartado gráfico, cambian dependiendo de la época en la que nos encontremos, así que os podéis hacer una idea de su magnitud.

No creo que a estas alturas sea necesario explicar en qué consiste el desarrollo de esta serie de aventuras. La historia nos guiará por grandes parajes y misteriosos caminos plagados de secretos, pasando por un total de 8 complicadas mazmorras, que van creciendo en dificultad de una forma suave y equilibrada, tanto, que en ningún momento notaremos una subida brusca o desagradable. En ellas se añaden elementos inesperados, como dados, suelos-puzzle, vías, pasos unidireccionales, distintos niveles de agua y muchas otras tretas diseñadas con una inteligencia descomunal: hay que ser un auténtico maestro para idear todas estas dificultades de una forma tan perfecta y rebuscada al mismo tiempo. Eso sí, tendremos que estar preparados para la prueba final. Los final bosses, al contrario que la curva de dificultad, son tremendamente difíciles, algunos de ellos especialmente pesados y la mayoría bastante odiosos, llegando al cenit en Veran, el jefe final. Todos ellos requerirán de toda nuestra imaginación para encontrar su punto débil y la forma de dañarlos (en otro alarde de originalidad, por cierto) pero en general es uno de los Zelda más moderados a los que he jugado. Los ítems no sorprenden tanto como en otras entregas, pero sí encontraremos algunos muy útiles e innovadores, como las semillas (cada una con sus propias virtudes) y el arma para dispararlas, las arpas que nos permitirán viajar en el tiempo y las flautas para convocar a nuestros amigos animales, que nos permitirán volar, saltar más alto o nadar con más facilidad, que se suman a los ya conocidos guantes, ganchos, boomerang... Como siempre, la historia ya nos proporcionará muchas horas de diversión, pero los minijuegos y objetivos secundarios tienen un papel casi tan protagonista como esta. Desde la recolección de los 64 anillos, los juegos de disparo, los bailes, las vagonetas, los corazones, las sub-tramas (como la del niño agricultor)… posiblemente dupliquen su duración si se quieren terminar al 100%.

Para aquellos nostálgicos (como yo), Oracle of Ages nos tiene reservadas varias sorpresas, algunas de ellas obvias y otras más escondidas, como personajes provenientes de otros juegos o recuerdos que enlazarán nuestra memoria con otras situaciones ya vividas. Si la mecánica de cambio de tiempo recuerda al A Link to the Past, recordaremos también con gran cariño a aquella mano fantasmagórica que emerge de la nada en Majora’s Mask, visitaremos tribus que aparecieron por primera vez en Ocarina of Time (los Goron y los Zora) y viviremos situaciones divertidas que recuerdan mucho al Link’s Awakening, o incluso nos vendrá a la cabeza el The Adventure of Link en esas pantallas que discurren de forma lateral, orientadas a las plataformas y muy divertidas de pasar. Y todo ello con un control del personaje de impoluta calidad, y un diseño de los menús y acciones sencillo e intuitivo con tan solo dos botones. ¿Y sabéis qué es lo mejor de todo? Que en unos días pienso volver a las andadas con Oracle of Seasons, que promete ser, como mínimo, una experiencia tan emocionante como esta.


- Lo Mejor del Juego: El placer de controlar a Link. Dificultad muy compensada. Los gráficos alegran la vista. Los puzzles están diseñados con mucha inteligencia. Los guiños a otros capítulos.

- Lo Peor del Juego: No me convence la evolución de la forma de nadar. El tema de los corazones aleatorios es un rollo. Algunos jefes son terribles.

----OTROS ANÁLISIS RECOMENDADOS----

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La Música de este RPG

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El primer juego de la saga The Legend of Zelda en donde el gran maestro Koji Kondo no tomó parte en la parte puramente compositiva no quiere decir, ni mucho menos, que este Oracle of Ages tenga una banda sonora floja. De hecho, Pure Sound Inc., encargados de la labor, hicieron un grandísimo trabajo, recuperando una vez más ese halo tan inconfundible por los que podemos diferenciar a cualquier Zelda de cualquier otro juego. Las piezas suenan frescas y tan creativas como siempre.

Nayru's song. Pone la nota más tristona del juego, y es que el papel de el hada Nayru en el juego no es nada fácil. Este tema, a pesar de su gran nivel compositivo, acusa uno de los mayores defectos de la banda sonora en general: la corta duración de la gran mayoría. Sería fantástico que nos dejaran catar algo más de las, por otra parte, sutiles y expresivas notas y su cadencia tan extraña como excelentemente combinada. Tampoco aparece demasiado, así que aprovechadla mientras suene.



Maple's Theme. El sentido del humor siempre ha estado presente en cualquier capítulo de esta saga. Algunos de los momentos más tronchantes de esta aventura (que al principio no entenderemos demasiado bien), son los encuentros con la bruja Maple. La música expresa con mucha fidelidad lo pintoresco de la situación, su ritmo ya es tan divertido como encantador y la melodía casi nos obligará a tararearla tras unas cuantas escuchas.



Boss battle. A ver quien es el valiente que es capaz de concentrarse en los combates contra los jefes finales con esta sintonía de fondo. Quien demuestre la suficiente sangre fría como para no dejar que su trepidante ritmo le ponga los nervios de punta, sin duda merece la victoria. Lo cierto es que a mí me ha llegado a influir tanto que he llegado a quitarle algún punto de volumen, ya que los monstruos ya son lo suficientemente difíciles. Eso sí, su cometido lo cumple de perlas, con una carga de tensión enorme.



Zora's Village. Algo deben de tener los habitantes de esta simpática raza perteneciente al universo Zelda que siempre inspira a los compositores a escribir algunas de las mejores canciones de toda la saga. Prácticamente siempre termino sacando alguna en esta sección, y es que esta extraña pero adorable melodía es absolutamente perfecta para imaginarse nadando junto a los Zora entre gigantescas columnas y palacios de fantasía en el fondo del mar.