The Legend of Dragoon (Playstation, J-RPG)

No voy a descubrir nada nuevo si afirmo, ante aquellos que ya conozcan esta gran obra, que The Legend of Dragoon es uno de los mejores RPG que se crearon en Playstation. Así mismo, es difícilmente excusable el hecho de que no haya aparecido con anterioridad en estas páginas, atesorando tanta calidad, grandeza y profundidad, especialmente en la parte emocional; por eso mismo pienso remediarlo, como siempre, escribiendo un análisis sobre él después de haberlo jugado con máxima calma y atención, y tras las muchas peticiones que me siguen llegando a través de la encuesta en la que me pedís que lo comente. De hecho, si en nuestra mente se juntan dos términos como RPG y Playstation, es fácil que el tercer elemento en discordia sea esta creación de la propia Sony Computer Entertainment. Un juego sin precedentes ni descendencia, que es perfectamente válido y ha envejecido estupendamente visto en pleno año 2019, una creación magna, tal vez injustamente olvidada con respecto a su calidad… pero quizá sea mejor así, muchas veces es mejor que estas joyas tan brillantes sigan siendo únicas para conservar todo su valor y no mancillar su nombre con remakes o sub-productos del estilo que a la larga terminan por deteriorarlo.

Y os sorprenderá saber que, al contrario con lo que suele ocurrirme y más tratándose de juegos tan destacados como este, me costó más de lo normal a la hora de entrarme de primeras, sobre todo en la parte argumental. Pero paso a paso, secuencia a secuencia y avance tras avance, todo fue cobrando forma y alrededor del primer cuarto del juego, ya me tenía irremisiblemente enganchado. Y en esta etapa, he de decir que lo que más contribuyó a ello fue su excelente, amplia y variada banda sonora, de una calidad impresionante. También al ir desarrollándose el concepto de los Dragoon fue cuando vislumbré claramente el valor diferencial del juego, y también el enorme potencial a nivel emocional que me esperaba por delante, algo que definitivamente me sumergió en The Legend of Dragoon hasta dedicarle más de 90 horas crecientes en intensidad en sus cuatro discos, gracias a su trágica historia, sus maravillosas estampas gráficas y como digo, su apartado sonoro en general que está a un nivel altísimo. Más que sorprenderme, me impactó el escuchar las voces de los personajes dobladas al castellano, algo que tampoco era demasiado común en aquellos días, y no solo en las magníficas secuencias en FMV, que son de lo más espectacular que podamos imaginar, sino también en algunos ataques y escenas en tiempo real. Añadido a esto, encontramos también una riquísima variedad de efectos sonoros para cada acción, de una calidad muy superior a lo que suele ser habitual en estos juegos. Solamente hay dos cosas que no me han terminado de gustar: algunas voces no me encajan demasiado con los personajes y suenan algo forzadas y sobreactuadas, aunque por otra parte, encontramos a dobladores reconocidos y profesionales, sobre todo al narrar con voz en off la historia, destacando José Padilla (la voz de muchos documentales de televisión), Antonio Villar y por encima de todos, mi doblador favorito, el tristemente fallecido Carlos Revilla, que al narrar la historia del Monstruo Negro consiguió ponerme los pelos como escarpias con esa voz tan profunda y su cadencia narrativa. El sonido del viento, de los ríos o de la naturaleza en estado puro está tan conseguido que inmediatamente te transportará a bellísimos lugares con tan solo cerrar los ojos, aunque el murmullo del gentío en algunos lugares concretos no me ha terminado de convencer tampoco. Centrándonos en las melodías en sí, encontraremos una colección de casi 70 de ellas que lo tienen absolutamente todo, desde fragmentos tétricos, divinas orquestaciones, y casi todo ello envuelto en una épica apabullante, tal como requiere la grandiosa historia que se nos cuenta. Me han transmitido emociones de todo tipo. La del templo de Shirley, por ejemplo, me ha traído grandes recuerdos a la parte final de una de mis películas favoritas, Labyrinth, mientras que algunas, como la del castillo de Fletz de alguna forma me ha inspirado bastante mal agüero, aunque me resulta difícil explicar por qué, pero al fin y al cabo creo que toda sensación intensa es positiva, incluida la que provocan esos momentos tan silenciosos y sin embargo expresivos, de inquietante calma, que casi todo buen juego posee. Para cuando llegue el final, podremos gozar merecidamente de la versión extendida del tema que suena en la intro, cantada y con una carga emocional enorme, colocada en el momento perfecto.

Es un juego que arranca (a mi parecer) algo lento, incluso frío. Tarda en florecer pero termina sumergiéndote bajo un manto de intensas emociones por varios motivos. Pese a que la forma de movernos por el mapeado general es bastante lineal y prefijada, el avance argumental es todo lo contrario, no es un desarrollo monótono y cuadriculado, sino inesperado y espontaneo, muy dado a las sorpresas, a los cambios repentinos y a los vuelcos argumentales, alguno de ellos muy drástico (como alguna pérdida que no desvelaré) que nos dejarán parado el corazón. El concepto Dragoon va cobrando fuerza y tras este, vienen muchos otros de gran interés, como el hijo de la luna, la leyenda del árbol divino y los 108 frutos, que parece extraída de alguna antigua mitología o la luna que nunca se pone, a cada cual más atractivo. Todo ello, combinado con la mayor sabiduría, forma un conjunto arrebatador, que nos mantendrá inevitablemente pegados al mando hasta solventar cada uno de los misterios. Cuando todos los personajes se añadan como jugables, tendremos un elenco de hasta 8 de ellos, que podremos intercambiar en cualquier momento, equipar, y configurar sus magias y movimientos a nuestro antojo. Si bien he percibido grandes (demasiadas, en algún caso) diferencias entre ellos a la hora de pelear, cada uno posee unas características únicas que en un momento u otro nos serán imprescindibles, por lo que conviene mantener su nivel actualizado. No es uno de esos juegos que nos obligue a pasarnos horas y horas ‘farmeando’, ya que solo con las ingentes cantidades de experiencia que obtendremos de los jefes finales, podremos proseguir tranquilos nuestro camino y lo mejor de todo es que la dificultad está muy bien ajustada y la frecuencia de ataque es razonable. Los elementos aquí influyen, de hecho, cada enemigo posee el suyo propio, por lo que tendremos que tener cuidado a la hora de escoger las magias cuando nos transformemos en Dragoon. Y es este uno de los más maravillosos regalos del juego, la posibilidad de convertirnos en poderosos caballeros con un potencial físico y mágico arrasador a la par que espectacular, que nos servirá para eliminar de un plumazo incluso a los enemigos más peligrosos. Conforme subamos de nivel obtendremos nuevas magias, y también muy interesante, nuevos añadidos, combos especiales que cambiarán nuestra forma de luchar y requerirán de todos nuestros reflejos para llevarlos a cabo por medio del innovador sistema de cuadrados. Los combates, pues, no serán un gran problema, tan solo debemos escoger el personaje adecuado para cada lugar y momento. La cosa cambia respecto a los jefes, ya que contra alguno de ellos he disfrutado de unos de los combates más largos y tensos que he experimentado nunca.

Un largo y penoso viaje les espera a nuestros héroes para cambiar el destino. Un destino forjado en la más profunda antigüedad y basado en la leyenda del árbol divino. La historia no solamente se centra en la aventura presente, sino que mediante escenas que contienen recuerdos, van aflorando los sentimientos, pasiones y odios de todos los personajes, cuya expresividad es digna de mención a la hora de llegar al jugador: los gestos entre ellos, las conversaciones o relaciones han sido implementados de forma física y sensorial, y encontraremos momentos a flor de piel como un paseo nocturno al pie de una hermosa fuente o incluso una bonita declaración de amor. De hecho, la personalidad de todos y cada uno de los personajes es fuerte y profunda: me ha recordado a grandes nombres de RPGs más clásicos. De forma intermitente, se nos narrará la historia acompañada de unas increíbles secuencias en FMV de una calidad inmensa, y que los programadores no se cortaron a la hora de añadir, contando en total con una media hora de estos. Al mismo tiempo, durante el juego, cada palmo de los pueblos que visitaremos es una auténtica belleza, creados meticulosamente para enamorar a primera vista, pero incluso más allá, ciertos lugares en concreto te dejarán sin aliento. Recorrer estos lugares es un placer en sí mismo, y lo mejor de todo es que estudiar y husmear cada recoveco tendrá su premio: zonas ocultas aparentemente inaccesibles, lugares místicos y solitarios (como el asolado pueblo de Neet), o tropiezos inesperados nos llevarán hasta una buena recompensa y ampliarán las fronteras a recorrer. Los detalles son casi infinitos, desde el efecto de agua tan conseguido, los efectos de luz que nos embelesarán por doquier, y los elementos pre-renderizados en casas y exteriores que aportan más vistosidad, encanto y belleza plástica al conjunto, si cabe. Recorrer los pueblos con calma y espero se hace casi imprescindible, no solamente para no saltarnos ningún paso en la historia, sino para deleitar nuestras ansias de descubrir más detalles que nos alegren la vista. Pasear por las complejas dependencias de Lohan y acceder a sus tejados, con una sugerente vista cenital, y acompañados por esa fantástica composición, es toda una experiencia de por sí, disfrutando de toda la gama de colores y diseños que se nos muestran, al igual que también lo es la parte en que tenemos que recorrer el fascinante pueblo de Tiberoa bajo la luz de las estrellas, cuya iluminación cambia por completo la paleta diurna, creando una auténtica postal que queda grabada en el recuerdo de aquellos que sabemos apreciar estos grandes momentos, casi imposible de ser contemplados en cualquier juego de cualquier otro estilo. Incluso visitar su planetario, con ese pequeño espectáculo visual y la sublime pieza musical que lo acompaña es un pequeño capricho que debemos darnos al menos una vez. Todos tienen una esencia única y especial, tanto a nivel gráfico como sonoro, aunque a veces se repitan las melodías.

Cada lugar que nuestros héroes pisan nos propondrá un nuevo objetivo. Desde rescatar a una princesa cuya personalidad ha sido usurpada, limpiar un pueblo de bandidos, eliminar a los poderosos dragones que aterran al continente de Sin Fin, y descubrir cientos de misterios en última instancia, desde los relativos a la personalidad de Shana, a las motivaciones de Rose o el terrible pasado de Kongol. En distintas secuencias, cada una a su tiempo, se nos pondrá en antecedentes de lo que vivió cada uno de ellos en el pasado. Todo se va enmarañando pero a la vez adquiriendo más sentido y con mucha coherencia y finalmente, en un punto en particular, todo el meollo y todas las claves del entramado argumental quedan por fin reveladas y perfectamente explicadas en un momento sobrecogedor que nos helará la sangre por su súbita aparición, por su brutal impacto y por la magnitud de sus revelaciones. Las últimas fases condensan, con una sabia y equilibrada mezcla de puzle y avance en la historia una gran porción del total de la tensión que viviremos durante este descomunal cuento épico. Hasta ese momento, habremos visitado procelosos y laberínticos desiertos, ciudades ancestrales convertidas en ruinas, cuevas subterráneas con mucha personalidad y acantilados con unas vistas que de nuevo, se quedarán marcadas a fuego en nuestras retinas. Es posible que más de uno eche en falta más sidequest. Lo cierto es que hay muy pocas, y casi todas ellas se resuelven durante el transcurso normal, exceptuando alguna como la de el mago Fausto, para la que se han de localizar los 50 stardust (polvo de estrellas) diseminados por todo el juego.

Cuando todo se ha puesto al descubierto, conocemos todos los entresijos de las personalidades y sabemos quién es nuestro gran enemigo, ya solo queda enfrentarnos a él y tengo que decir que es una de las batallas más largas, bonitas, espectaculares y épicas que jamás he vivido en un RPG, con distintos escenarios, transformaciones e incluso retazos de la misma historia entre medio. Los FMV del ending son, sencillamente, asombrosos. Y es que, aunque su ritmo de arranque me haya resultado algo más lento que el de otros títulos, The Legend of Dragoon es una de esas grandes joyas de Playstation que nadie debería dejar de jugar. Es profundo y emocional, y aunque el aspecto gráfico no sea el que mejor ha envejecido, nos deja pantallas estáticas de pura postal y una banda sonora que cautiva. Y por encima de todo, está una historia de cerca de 90 horas muy bien tejida, con muchas vertientes, sorprendente pero sin dejar de representar un cuento épico de los de toda la vida con enormes reinados, mitología, dragones y princesas.


- Lo Mejor Del Juego: Se podrían sacar muchas postales de sus pueblos y entornos abiertos. Elementos como los Dragoon y grandes historias. Clásico pero innovador. Banda sonora de lujo.

- Lo Peor Del Juego: El desierto y Zenebatos son soporíferos. Espacio demasiado limitado para objetos. Transformaciones y magias muy lentas. Enormes diferencias entre personajes al luchar.

----OTROS ANÁLISIS RECOMENDADOS----

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La Música de este RPG

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Es difícil encontrar, incluso en un RPG, una colección tan vasta de piezas, ya no solo a nivel de número, sino en cuanto a calidad y registros distintos. En Legend of Dragoon nuestros oídos surcarán un amplio abanico de sensaciones gracias a todas ellas. Abundan mucho las de corte ambiental, que se asemejan bastante entre sí pero si escuchamos en profundidad, cada una tiene un fuerte nexo, de algún modo, con el lugar al que representan. También sucede así, por ejemplo, en las que cada personaje tiene asignada.

Royal City. Se necesitan las dos manos para contar los juegos a los que me recuerda esta composición, por estilo, por alma y por detalles creativos, pero citaría a Batten Kaitos o a Secret of Mana por poner dos claros ejemplos. Instrumentalmente, aunque no destaque a primera escucha, tiene elementos muy cuidados, como ese repique de cuerdas o instrumentos que tratan de imitar otros... y sobre todo una línea de armónica preciosa que le da ese toque rural y apacible.



Shana's Theme. Esto es a lo que antes me refería precisamente. Shana, un alma cándida pero avezada, frágil y fuerte a la vez, y sin hacer demasiado ruido, en el fondo es uno de los personajes más característicos (y sin duda, el que mayor misterio guarda de todos). Hay un buen puñado de melodías sensibles en este gran RPG, pero de tener que escoger, me quedo con esta. La apertura me trae a la mente a Final Fantasy VI o VII (ahí es nada), y la percusión es tan delicada que apenas modifica su cadencia.



Lohan. Esta fue amor a primera escucha, y es que ya sabéis cuánto me gustan este tipo de composiciones. Su halo oriental y su aroma a especias van íntimamente unidos a la ciudad de Lohan. Recorreremos sus estrechas y empedradas calles junto a ella y cada vez que se repita la disfrutaremos más y más hasta caer rendidos a sus hipnóticos balanceos. Una vez más, la instrumentación me parece exquisita, bien digna de esta ciudad tan bohemia en la que conviven pillos y tenderos de antigüedades.



Dart's Theme. Otro tanto de lo dicho en la descripción del de Shana se puede aplicar al tema central de Dart. De hecho, cada vez que suena acompaña y/o representa uno de esos momentos de máxima subida en la intensidad anímica de nuestros héroes, en las decisiones más complejas o en momentos en que la acción es inminente. Es un verdadero empuje de moral, uno de los cortes más épicos y guerreros de todo el juego, con una percusión fuerte y muy sinfónico.



Remember. Entre tantas oscilaciones de ritmos e intensidades, os dejo para terminar una lenta, casi ambiental, pero con mucho espíritu. A nivel instrumental está mucho menos recargada que la media, pero a nivel emocional llega tanto o más. La escucharemos en ese sorprendente momento del planetario del que os hablo en la review, aunque podría valer para muchas más situaciones. Me encajaría perfectamente en juegos como Terranigma o Earthbound por su estilo tierno y casi etéreo.