Fable: The Lost Chapters (PC, W-RPG)

El gran Peter Molyneux, toda una institución en el mundo de los videojuegos que no necesita presentación, había elevado su carrera hasta la cúspide del éxito con su obra más personal y vanguardista, Black and White, a principios de los 2000. Tres años más tarde, aunque fuese a través de una empresa subsidiaria como Big Blue Box Studios, también quiso darle la vuelta al mundo de los RPG con Fable, participando activamente en su diseño. Ambos juegos tuvieron algo en común antes de sus respectivos lanzamientos: un hype desmesurado, promovido a los cuatro vientos por el propio Molyneux, algo que, en ocasiones, puede incluso jugar en contra del propio producto, y solo en parte, fue el caso del título que nos ocupa. Fable tuvo una grandísima acogida, como era de esperar, y rápidamente llegó a convertirse en el estandarte de los RPG para una consola como Xbox (aunque en un principio, su salida estuvo programada para Dreamcast). Pero, al mismo tiempo, dejó cierta sensación de que su acabado final fue un tanto irregular. Un título extremadamente ambicioso, rompedor, atrevido y transgresor que, aunque no pudo cumplir todas las promesas que hizo, quedó muy marcado en la memoria de aquellos que lo disfrutaron.

La idea inicial era presentaros aquí su segunda parte, pero como siempre me gusta empezar por el principio, me decidí por la opción más accesible (a falta de poseer una Xbox), que era este relanzamiento para PC, un año después del original, subtitulado como “The Lost Chapters”. A nivel técnico, es prácticamente el mismo juego, solo que con alicientes relativamente sustanciosos que atañen sobre todo a la historia y, por tanto, a su duración. Curiosamente, conoceremos más detalles de esta por la información guardada en libros, a través del menú o de distintos sabios, que por las propias cinemáticas del juego, aunque también tengan su peso. Las tierras de Albion siempre fueron testigo, con el transcurso de los tiempos, de crudos choches entre el bien y el mal, de un trasfondo histórico en donde la luz y el caos se cruzaban en un ciclo una y otra vez repetido. Sin apenas contexto, ya situados en la actualidad, viviremos los primeros pasos de un niño, nuestro héroe, ganándose unas monedas para hacerle un regalo a su hermana en la idílica y deslumbrante aldea de Oakvale. Nada hace presagiar, entre esas escenas de apacible sosiego, la terrible y brutal embestida emocional que el juego nos depara minutos más tarde. Tras un ataque implacable, nuestro protagonista consigue salvar la vida gracias a Maze, uno de los principales miembros del Gremio de Héroes. Entre sus muros, el muchacho pasará los primeros años de su vida, entrenando duro y estudiando en pos de convertirse en un gran guerrero, para quien el destino tiene guardado un papel fundamental, ganando habilidades y recursos, creciendo mental y físicamente con los años (y esto es uno de los aspectos más originales del juego), y alimentando una sola idea en su mente: matar al responsable del ataque que arrasó su aldea natal hasta los cimientos y acabó con las vidas de sus seres queridos, dejándole solo en el mundo. Y es en este punto, realmente, donde comienza de verdad la historia, el momento en el que Albion nos abre sus puertas de par en par. Así pues, dada su naturaleza de mundo abierto, seremos nosotros quienes dictaremos el ritmo al que avanza la narrativa, pudiendo quedar demasiado seccionada si optamos por aferrarnos a las misiones secundarias, o más sólida si acatamos tan solo las principales. Antes de continuar, quiero dejar claro que Fable es un juego muy, muy particular, en el diseño de personajes, en su banda sonora o en su forma de entender el género, y esto es algo que puede derivar en cambios de tono muy chocantes, en parte debido a un sentido del humor muy británico que puede no gustar a todo el mundo. Pero sin duda, fue valiente a la hora de abrir nuevos caminos en el género.

La primera toma de contacto inundará nuestros ojos con una belleza gráfica sin igual que, casi 20 años después, sigue siendo capaz de dejarnos embobados. Su marcada esencia de fábula medieval, oscura, mística, arcana… está proyectada en el apartado visual con un amor por el detalle impresionante, y unos contrastes de colorido y atmósferas que te embriagarán y te sumergirán irremediablemente en las legendarias tierras de Albion desde el primer minuto. Ya apreciamos potentes rasgos de su personalidad en la caracterización de los rostros de los personajes, en sus miradas, sus gestos y en esas facciones tan voluptuosas, de las que puedes llegar a amar u odiar. Las animaciones de nuestro héroe, sólidas y fluidas, también se pueden contar por decenas, dada la nutrida colección de gestos que podremos llevar a cabo, y el repertorio de aquellas presentes en batalla. También merece especial atención el diseño de las vestimentas, tanto de los NPC como de nuestro propio héroe, al que podremos ataviar con infinidad accesorios y prendas para cualquier parte del cuerpo. Recargados con cientos de matices y texturas, los pueblos son una auténtica fantasía occidental, la arquitectura de sus casas (que cambia con los emplazamientos) y la calidez de sus interiores, sus encantadoras callejuelas y rincones, la vida y perpetuo movimiento que entre ellas transcurre… nos harán creer que formamos parte de esa mágica fábula. No hay un solo rincón del juego que no nos haga soñar despiertos. Hay maravillosas vistas al mar y vertiginosas alturas, sus tenebrosos bosques y pantanos consiguen transmitir una opresiva sensación de inquietud, al contrario que las verdes y despejadas praderas, todo un remanso de paz y libertad. Amapolas y hiedras meciéndose al viento, la alfombra del follaje caído en los senderos, la densidad de sus arboledas, los tonos del horizonte o las regiones nevadas… cada uno de sus entornos pide a gritos un profundo ejercicio de contemplación, y nunca dejaremos de descubrir nuevos detalles que escapan a un primer reconocimiento. El simple hecho de alzar la vista al cielo estrellado, en medio de un solitario y silencioso bosque, ya es todo un espectáculo para quedarnos absortos durante unos instantes, pero también observar el transcurrir de las vidas cotidianas de los demás puede ser un sencillo placer. Y además, en PC todo se mueve como la seda, aunque también hay que afirmar que, muy a la larga, salta algún que otro glitch. Hay infinidad de momentos y lugares que han quedado grabados en mi memoria, pero destacaría esa escalofriante tormenta que nos recibe en Knothole Glade, el cementerio de Lychfield Graveyard (aquí la ambientación rebasa lo soberbio), la espectral casa abandonada, o quedarme unos instantes frente al inmenso y resplandeciente mar nocturno en la costa de Lost Bay.

Una prueba más de que Fable nos invita a sacar nuestro lado más observador para apreciar mejor su fascinante mundo y entornos, es el tipo de banda sonora que Russell Shaw compuso para él. Me refiero, sobre todo, a su faceta más ambiental y sensible, a esos temas que, a mi entender, son los más destacados y también los más presentes. Podría decir que, extrayéndola de su contexto, escuchándola fuera de los márgenes visuales y jugables, me resulta una selección algo difícil de asimilar y analizar, incluso un tanto lineal, sobre todo en sus partes menos cromáticas. Sin embargo, tomándola como parte inseparable de la propia experiencia (como debe ser), la cosa cambia de forma radical. Y es que, precisamente gracias a ese tono y esa cadencia tan especiales, y a la magistral forma de combinar instrumentos, melodías y orquestaciones, su espectro musical, formado principalmente por una amplia selección de vientos, pianos, arpas, o el empleo exquisito de violines, infunde unas sensaciones tan místicas en el jugador que lo atrapan sin remisión. Así, esa ambientación misteriosa de cuento de hadas añejo que percibimos en cada ciudad, en cada costa, y en cada oscura ciénaga, se ve increíblemente potenciada gracias a la perfecta comunión que consigue con esos cortes tan espirituales. Con clara predilección por compases de 3/4, como si de ensoñadores valses se tratase, los temas de las zonas al aire libre, muy extensos y repletos de detalles instrumentales, pueden tomar, en un momento dado, la extrema sensibilidad de Chopin, la fuerza de Wagner, o la inmensa expresividad de Schumann, e incluso cierta inspiración de algunos ‘péplum’ en determinadas partes. Un hecho bastante conocido es la composición de una de las canciones por el mismísimo Danny Elfman, pero curiosamente (y supongo que por inocultable inspiración), hay temas en el conjunto que me suenan mucho más a dicho artista que esta. Y es que el peso de esos coros invernales y fantasmagóricos es crucial para definir gran parte de la banda sonora, existiendo temas que solo están formados por líneas vocales armónicas de gran profundidad. Mucho más densos y oscuros son aquellos acompañamientos empleados en cuevas y momentos de acción, con sonidos súbitamente incipientes o tensos parones, no necesariamente estruendosos, pero capaces de crear atmósferas de pesadilla que nos harán sujetar con fuerza el mando. Un juego, además, en donde la banda sonora y los efectos sonoros forman, más que nunca, un todo, una simbiosis idónea a favor de crear un vínculo instantáneo entre el jugador y la magnificencia visual. Las ciudades serían inconcebibles sin el bullicio de sus habitantes, tal como los bosques sin el murmullo de sus ríos y pájaros, una verdadera delicia. El doblaje puede ser algo irregular, pero la diversidad de acentos y voces lo compensan.

Fable está tan repleto de particularidades como de continuas muestras de ambición, pero sin duda, su jugabilidad y sus mecánicas se llevan la palma en ambos sentidos. Nuestro héroe comenzará siendo, por decirlo así, un cascarón vacío que deberemos ir llenando y moldeando, teniendo en cuenta tres parámetros fundamentales: su capacidad para interactuar con los distintos

personajes, su crecimiento personal, a nivel físico y espiritual, y una gran flexibilidad de caracterización. Cada uno de nuestros actos tendrá sus consecuencias que, además de influir en el estatus y personalidad del héroe, cambiarán la concepción que la sociedad tiene de él, pero también ciertas partes de la historia central, dando lugar a situaciones exclusivas, y aumentando la sensación de llevar el timón de nuestro destino. El juego adopta una mecánica de misiones principales como hilo conductor de la trama, activables desde el Gremio de los Héroes, pero también otras secundarias, que aportarán riqueza y variedad jugable, y nos ayudarán a entender mejor la historia y el mundo. En todas ellas, como mandan los cánones de un buen RPG de mundo abierto, la exploración también posee una importancia primordial, y la libertad en este aspecto es casi absoluta. No es un juego demasiado largo, y el reto estriba más en tomar las decisiones adecuadas según el camino espiritual que queramos seguir, que en la propia dificultad de unas misiones siempre bien guiadas. Los combates, con buen acopio de pociones, son accesibles, aunque no debemos descuidar el nivel de experiencia. El modo de luchar recuerda al que popularizó TLOZ: Ocarina of Time con su sistema de fijación, y podremos emplear varias tácticas, desde lucha sin armas, hasta magias. “The Lost Chapters” nos dejó 9 nuevas áreas y 16 nuevas misiones, incluyendo una de las más interesantes de todo el juego, como es el apasionante misterio de la hermana de Lady Grey. A pesar de que su elenco de posibilidades (como flirtear, casarnos, o comprar una casa) pueda intimidar, lo cierto es que es más limitado de lo que parece, muchísimo más lineal, por ejemplo, que cualquier Romancing Saga. Y aunque nos ofrezca como extra decenas de minijuegos, coleccionables, llaves, torneos, cofres y puertas secretas, su duración no va más allá de las 40 horas… que para mí han sido más que suficientes. Y digo esto último porque, a nivel personal, el juego no ha conseguido engancharme del todo. No he logrado echarle sesiones de más de dos horas, ni empatizar al 100% con su cadencia. Combina momentos de gran emotividad (como los referentes a la familia del chico) con otros de pronunciada caída rítmica, y con una mecánica algo repetitiva, a pesar de la variada naturaleza de las misiones y los giros argumentales, me ha dejado sensación de haberme quedado un poco a medias, como una experiencia algo falta de brillo y por pulir.

El reflejo más fehaciente de esto último, es que he tardado mes y medio en terminarlo, cuando para otros juegos con más del doble de su duración, he empleado poco menos de dos semanas. Y aun con todo, me quedo con magníficas escenas, personajes y batallas que perdurarán mucho tiempo en mi memoria. No puedo negar que he alucinado con su apartado gráfico y su increíble ambientación, que algunas de sus piezas musicales me hayan transportado a otros mundos, o que algunos momentos me han descubierto emociones bastante intensas. Fable fue un reto colosal que requirió de cuatro años de desarrollo y un equipo de más de 70 personas para convertirlo en una realidad. Y sobre todo, uno de los despliegues de ‘hype’ más extraordinarios de cuantos se recuerdan en el mundo de los videojuegos. Como siempre, esto también provocó más de una decepción… pero aun así, es probablemente el título de la saga más querido y recordado. Y virtudes, desde luego, tiene de sobra.



- Lo que más me gusta: Entornos preciosos, de ensueño, y profundamente inmersivos. Innovación y originalidad se dieron de la mano. La libertad para explorar y dar forma al héroe. Objetivos variados.

- Lo que menos me gusta: Su ritmo es particular, y su jugabilidad no siempre es todo lo equilibrada que desearíamos. Algún doblaje chirría, y también ciertas salidas humorísticas. Me ha costado lo suyo engancharme.

----OTROS ANÁLISIS RECOMENDADOS----

__________________________________________________________

La Música de este RPG

__________________________________________________________
El score musical de este Fable: The Lost Chapters, compuesto por el inglés Russel Show, posee tantas peculiaridades y fuerte personalidad como la mayoría de elementos que encontramos en la aventura. Sus tintes oscuros, ambientales y barrocos encajan con meticulosa perfección en sus distintos escenarios y secuencias. Su brillo no siempre es homogéneo, y es evidente que muchas de las canciones se parecen excesivamente entre ellas, pero esto también le aporta un tono estable y único al juego. La edición CD contiene muchos menos temas que la banda sonora 'in game'.

Game intro. Este es el célebre tema al servicio del cual cual Danny Elfman puso su gran creatividad y talento compositivo. Sin embargo, como digo, hay otros temas de la banda sonora que, sin ser suyos, me recuerdan mucho más a su estilo tan particular. Es un tema mayormente oscuro, casi tétrico en sus primeros compases por el uso de bases y líneas tan graves, pero la incorporación de nuevos instrumentos, que le aportan más viveza y sentido de aventura, es continuo, con varios clímax de intensidad y, pasada la mitad, una percusión más étnica y coros más marcados.



Oakvale. Para mí, de lejos, el mejor tema del juego. Cierra los ojos durante unos instantes con ella y déjate arrastrar por su vaivén de vals y su increíble melodía, rebosante de sensibilidad, matices y cambios, con un empleo divino de cada instrumento, sus pequeños crescendos, y sus fascinantes armonías. Y no me digáis que esos coros no os traen a la cabeza al Danny Elfman más melancólico. La esencia de los cuentos y leyendas antiguos está concentrada en ella como un rayo de luz que ilumina nuestros paseos por la hermosa villa de Oakvale, sumergiéndonos de lleno en un mundo medieval mágico y lejano.



Temple of Light. A nivel sonoro, es tal vez una de las más alejadas de la tónica general, aunque no deja de mantener ese tono misterioso y plagado de melancolía que abraza a toda la aventura. Su cuerpo principal está formado, básicamente, por arpegios de arpa, dándole ese toque místico y celestial. Pero sin duda, lo que más me ha cautivado de ella ha sido escucharla en las solitarias habitaciones de las Demon Doors, verdaderos remansos de poesía visual, ocultos, secretos, en los que perderse hasta el infinito junto a esas notas. También suena en el sagrado templo de Avo.



Witchwood. Partiendo de que cada uno de los grandes bosques de Fable cuenta con su propia melodía, esta en concreto es la más expresiva de todas en cuanto a instrumentos y melodía. Mantiene un tono bastante intrigante, gracias sobre todo a su cadencia, al siempre admirable uso de los violines, (uno de los instrumentos más destacados de la banda sonora), cuyas líneas y punteos están acompañados por marcados contrabajos y vientos suaves. Su presencia es más ambiental, pero aún así consigue que la experiencia resulte todavía más inmersiva. También utiliza el compás de 3/4.



Lookout Point. Aunque en un principio pueda quedar como algo más discreto y en segundo plano, la melodía que ambienta este cruce de caminos (y muchas otras zonas del juego), con su sensibilidad y sus melodiosas armonías, me parece todo un canto a la propia naturaleza que envuelve a Albion. Contrastes entre notas graves y agudas, momentos casi silenciosos, flautas vibrantes... y esas partes que parecen querer representar el canto de los pájaros. Es envolvente y relajante, y escuchándola al margen del juego, se le descubren muchísimos detalles musicales.



Knothole Glade. Existen cantidad de temas que son mucho más disfrutables como parte de la experiencia que al margen de esta. El que escucháis a continuación también suena en otras áreas (como Hook Coast), pero creedme, la mejor forma sentirlo y disfrutarlo es junto al sonido de la incesante lluvia que cae sobre Knothole Glade, uno de los pueblos más mágicos. De nuevo, los violines ascienden como algunos de los máximos protagonistas de la canción, con variados recursos que marcan también su intensidad, siempre a ritmo de vals y con una orquestación muy sutil.