Ax Battler: A Legend of Golden Axe (Game Gear, Aventura RPG)

Si atendemos a sus características, a su estética, a su marco épico-fantástico-medieval, a la naturaleza de sus entornos y personajes… no es difícil de entender porqué el universo de Golden Axe acabó saltando del beat’em up, aunque fuese de forma bastante puntual, a otro género en el que, por todo lo dicho, encajó a las mil maravillas. Así pues, y concretamente en el año 1991, ninguna de las dos consolas de 8 bits de Sega se quedó sin su RPG de esta más que conocida e imprescindible saga, aunque las diferencias fueron muy notorias. Por una parte, los usuarios de la gran Master System disfrutaron de Golden Axe Warrior, un título con más que evidentes préstamos visuales y jugables del primer The Legend of Zelda, que gozó de una calidad bastante destacada. Por otra, a los poseedores de la portátil les fue concedido Ax Battler: A Legend of Golden Axe, que se miró más en el espejo de Zelda II: The Adventure of Link, y aunque no fue un mal juego, adoleció de muchas más deficiencias y limitaciones, comparado con su hermano en Master System, y dicho siempre desde la perspectiva de lo que una consola como Game Gear podía (y de hecho, demostró con creces) ofrecer respecto a este género en términos de calidad.

La compañía Aspect fue la encargada de trasladar el mundo Golden Axe a este cartucho para la portátil, y a decir verdad, aunque fuese este el primer juego que desarrollaron, no lo hicieron nada mal a la hora de conservar gran parte de la esencia del título principal, hasta cierto punto. Las referencias, tanto en el plano argumental como visual, son una muestra del mimo que se puso para que aquellos que ya habían jugado al original se sintiesen identificados con esta nueva aventura. De hecho, su protagonista no es otro que Ax Battler, el temerario guerrero azul. Todo comienza con la leyenda del Hacha Dorada, que los dioses ofrecieron como presente a los humanos. No obstante, la naturaleza avariciosa y arrogante de estos últimos provocó que esto, más que un regalo, fuese un castigo, convirtiéndolo en objeto de disputas y enemistades, guerras y matanzas por apropiarse del codiciado artefacto, capaz de otorgar tal poder a su portador, que todo mortal tendría que arrodillarse ante él. Apenado por presenciar tanto derramamiento de sangre a su alrededor, el rey de Firewood escondió el Hacha en un rincón secreto de su castillo para que, con el paso de las generaciones, todos se olvidasen de ella. Y así sucedió, y volvió a reinar la paz. O al menos, hasta que las tropas asesinas de Death Adder asaltaron el castillo, demoliendo parte de este, y apoderándose del arma sagrada. Fue entonces cuando el monarca, desesperado, hizo un llamamiento a los guerreros más poderosos de la región, y finalmente, cargó el destino del mundo a las espaldas del célebre Ax Battler, famoso por sus numerosas odiseas victoriosas. Movido por el coraje y el amor (pero eso sí, con una espada bien afilada y mortífera), el guerrero puso rumbo a su destino: el castillo de Death Adder. Narrada de forma textual en la introducción, nuestra historia, que cobra vida muchos años después de la de Golden Axe, arranca precisamente con ese ataque. No se puede negar que la trama es bastante simple, aunque suficiente para la magnitud del juego. Los diálogos también son cortos y sencillitos, pero a veces, bastante esclarecedores y oportunamente encajados, y por medio de ellos, conoceremos atisbos de la leyenda o de la situación, pero también nos suministrarán invaluables pistas. Eso sí, tampoco esperéis mayor desarrollo de acontecimientos, ni personajes secundarios relevantes o tramas alternativas, ni siquiera secretos: aquí es todo muy lineal y directo al grano, siguiendo esa tendencia de sencillez, aunque en verdad, me he quedado con la curiosidad sobre esa historia del maestro desaparecido en el desierto, que se menciona en Sand Marrow, y de la que no vuelve a haber referencia (¿tal vez se desestimó aquí alguna sub-trama?)

Al principio, es la viva imagen de Dragon Quest. El castillo, los colores, las texturas… hasta el sprite de nuestro Ax Battler se parece al de su protagonista. Pero en cuanto profundicemos en sus diferentes vistas y en su mecánica, veremos que poco o nada tiene que ver con la obra de Enix. La perspectiva solamente es cenital en los pueblos y en el mapa general. Existen muchos elementos en este como árboles, rocas, cactus, montañas, zonas de arena, pedregales, lagos e incluso riachuelos con animación en sus aguas que contribuyen, junto al notable, vivo e intenso colorido, a que poco a poco florezca la variedad gráfica según vamos avanzando hacia nuevas áreas. No impresiona ni sobresale entre otros RPG de 8 bits en este campo, no hay excesivas florituras, pero resulta bastante heterogéneo y agradable a la vista. Creo que es un apartado digno de las magníficas posibilidades de la consola, aunque se echa de menos algo más de variedad en la paleta y en los diseños de los pueblos, más sencillitos y con menos notas de personalidad. Varían en esquema, pero no en el estilo de las construcciones. Si acaso, encontraremos habitantes con nuevos sprites y atuendos, distintos suelos, algún lago, o incluso una granja de chicken legs. Los interiores son tremendamente austeros: son minúsculos, y en el mejor de los casos, con ver una mesa y una cama en ellos, ya nos tendremos que dar por satisfechos, pero tampoco es algo que se le pueda recriminar excesivamente. Sin embargo, Ax Battler: A Legend of Golden Axe da un salto considerable en cuanto a calidad y vistosidad en las mazmorras y esce-narios de acción. Aquí la vista pasa a ser lateral, recordando a juegos como el citado Zelda II, Faxanadu o Actraiser, y veremos sprites mucho más grandes y con animaciones más elaboradas, destacando las de nuestro héroe en combate. También es poderosamente llamativa la cantidad distinta de fondos en donde estos últimos se suceden, y conforman algunas de las estampas más bonitas del juego. Cada clase de terreno tiene el suyo, hasta de los rincones más específicos, como los puentes. El scroll es un poquitín brusco, pero al menos, no hay ni rastro de flickering. Para goce de los fans de Golden Axe, todos sus enemigos clásicos reaparecen aquí, como Zuburoka, Longmoan y Heninger, esqueletos, los Bad Brothers, algún Lt. Bitter, y también Death Adder, con buenos diseños, tamaños y detalle, y por supuesto, con las correspondientes variaciones de color. Otros recursos a destacar son las avalanchas, cascadas de arena, copos de nieve, el doble scroll del bosque, o columnas superpuestas. Por el contrario, me ha decepcionado tremendamente la puesta en escena de las magias, que consisten en un poco espectacular, insulso y molesto parpadeo. Algún sprite, animación, o efectillo gráfico aquí no le habrían hecho ningún daño.

Una verdadera lástima que los guiños presentes a ese Golden Axe que tantísimo nos flipó en su momento, como la fase del águila, los personajes y enemigos, la acción en las batallas o las magias, no lleguen hasta su banda sonora, porque me habría encantado escuchar algún fragmento del arcade, como sucedía en Golden Axe Warrior, con el tema principal al encontrarnos con los héroes. Parece ser que existe cierta confusión con respecto al autor de la música de este Ax Battler, acreditado en el final del juego como PP. Chung, y en ocasiones, confundido con Keisuke Tsukahara (Cyborg Hunter, Shadow Dancer…), pero todo indica a que no se trata de un pseudónimo, sino de dos personas diferentes. Sea como sea, nos dejó aquí una colección bastante digna, algo justita en número, pero dada la cortísima extensión del juego, tampoco se le puede pedir más en este sentido. Digamos que la calidad, con respecto a su cantidad, es bastante remarcable. Existe una buena compensación entre los tipos de cortes, si atendemos a sus diferentes tempos, tonalidades y recursos musicales, como esos arpegios en la introducción, las notas dulzonas y pausadas en sus pueblos, o la mayor tensión que se respira, gracias los acompañamientos, en lugares plagados de enemigos. No son tan dramáticas o enérgicas como otras del género y época, aunque eso no quiere decir que algunas no transmitan acción a raudales, con ritmos y percusiones más aceleradas y esquemas más virtuosos. Me han gustado especialmente las de Ice Cliff, con su sonoridad más gélida, las notas gravísimas, casi fúnebres, del castillo de Death Adder, el triste réquiem que suena cuando morimos y sobre todo, la que es definitivamente mi favorita, la del ending, toda una muestra de ingenio compositivo. Eso sí, también es de justicia decir que en otros momentos no estuvo a la altura. La pantalla de título, en vez de presentar un tema que anuncie toda esa épica e intensidad que vamos a vivir, se solventó con un simple jingle de pocos segundos, la música de las batallas (especialmente, sus notas bajas) resulta bastante estridente, y nunca cambia, mala jugada para un tema que escucharemos decenas de veces. En total, diez temas largos y algunas fanfarrias que aparecen en ciertos hallazgos, o al descansar. Y como extra dentro del cartucho (benditos ripeos) un corte desechado, bastante melodioso y singular, que no está nada mal. La cuestión es que todas encajan de maravilla en los entornos que armonizan, así que, pese a algún tropiezo, es bastante disfrutable. Los sonidos FX cumplen más o menos bien, y en número y calidad, son directamente proporcionales a todo lo dicho: choques con elementos del terreno, acciones protagonistas y enemigas, como magias y espadazos, algún rugido, cascadas, y por encima de todos, los crujidos de la madera en la fase del águila, los más originales y mejor realizados.

Tras todo esto, entonces, ¿dónde están esas deficiencias de las que hablaba en el inicio del análisis? Pues mayormente, se concentran en el aspecto jugable, pero eso no quiere decir que no aglutine también ciertas bondades. Estamos ante uno de esos juegos que no necesitan manual, ni mucho menos tutorial. Dominando el sencillo menú para hablar, buscar o manejar ítems, ya tendremos mucho ganado. La otra parte… ya será un cantar bien distinto, y de hecho, en la relación entre su curva de dificultad y su ínfima duración, está una de las cuestiones más discutibles. El problema es que, normalmente, cuanto más compacta es una obra, menos margen tiene para maniobrar su equilibrio, y este juego se puede terminar en 6 o 7 horas. Y esa duración, en lugar de estar condicionada por su oferta de exploración, o por la extensión de su historia, se basa en una dificultad insufrible, exponencial y extremadamente condensada, que masacra al jugador desde el primer reto. Por comparación, no es tan criminalmente difícil como Zelda II y al menos, no perderemos experiencia al morir (aunque el precio sigue siendo alto). No hay jefes finales y es difícil quedarse bloqueado; en ese aspecto, no tiene la mala baba habitual en los RPG de 8 bits, pero las traicioneras e infames mazmorras, que exigirán un constante proceso de prueba y error, y de memorización estrictamente férrea y disciplinada, os harán sudar sangre. El que estableció la frecuencia de los combates, tampoco tiene perdón de Dios. Esta es un absoluto desmadre (de las más agresivas que he visto nunca), y aunque puede ser MUY aleatoria, normalmente tocará combate a cada mínimo paso y durante muchos seguidos, algo que, ya en un primer contacto, resulta tan abrumador que llegarás a pensar por momentos que el juego se ha bugueado. Dichos combates, se disputarán en tiempo real, al igual que los de las mazmorras. Cada enemigo aleatorio tiene un patrón bien definido, y será preciso aprender a medir distancias y calcular retrocesos, pero cuando les cojamos el tranquillo, ya no representarán un gran problema. Eso sí, con un solo toque, te expulsarán de la batalla, con lo que te quedas sin vasijas, y claro, con menos vida, algo bastante irritante. Y los enemigos de las mazmorras, son aún peores, ya que pueden fulminarte en un santiamén. Sea como sea, lo más desagradable de los enfrentamientos es la nefasta detección de impactos, que en muchas ocasiones, te dejará vendido a merced del enemigo. En la cara positiva, un salto con un buen control en dos direcciones. Para progresar en la aventura, encontraremos objetos que deberemos usar en el momento y lugar preciso, y otra cosa realmente interesante, entrenando en dojos aprenderemos técnicas imprescindibles para superar ciertas zonas, como swings, ataques aéreos, o por supuesto, la clásica estocada vertical.

La aventura desemboca en uno de los peores (no)final boss que he visto, aunque el ending es de lo más épico. Curiosamente, con este juego me ha pasado justo lo contrario, en cuanto a expectativas, que con Aidyn Chronicles, mi anterior RPG. De aquel no esperaba nada, y me encantó, pero por lo visto mis esperanzas con este Ax Battler estaban demasiado altas. Algunos de sus peores defectos escapan incluso al tópico ‘hijo de su tiempo’, pero igualmente, tiene virtudes que hacen que merezca la pena darle un tiento, como su colorista acabado gráfico, las técnicas de combate, o sus referencias al título original. Por otra parte, también cabe recordar que fue uno de los primerísimos RPG de Game Gear, con lo cual, también hay que mantener el listón de la crítica en su justa altura. No todos tendrán la paciencia, a día de hoy, para superar su concentrada agresividad, y aconsejo enfrentarlo con el mayor sentido de la perspectiva posible para intentar valorarlo y disfrutarlo al 100%.

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Enemigos y escenarios

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- Lo que más me gusta: Gráficos variados y lustrosos. Varios guiños a Golden Axe. Poder aprender nuevas habilidades. El épico vuelo final del héroe y el temazo que nos sorprende a última hora.

- Lo que menos me gusta: Aluvión demasiado concentrado de excesiva dificultad en su cortísima duración. El sistema de detección de impactos es, cuanto menos, bastante pobre. Las magias son muy simplonas.

----OTROS ANÁLISIS RECOMENDADOS----

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La Música de este RPG

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Ax Battler: A Legend of Golden Axe no es ni mucho menos un mal título, pero no puedo evitar una ligera decepción tras haberlo terminado. Si hubiese tenido una duración un poquito mayor, acompañada siempre del equilibrio en la dificultad que también le falta, estaríamos hablando de uno de los grandes RPG de Game Gear. Lo mismo me sucede con la banda sonora. A nivel compositivo, consigue obtener una buena nota media, pero en cuanto a número de temas, se queda algo corta y poco variada, aunque con algunos destellos que consiguen perdurar en la memoria y bien encajada en general.

Spooky Cave, Evil Cave, Turtle's Back & Eagle's Back. Vaya por delante que, entre las grutas y mazmorras que Ax Battler deberá enfrentar, se encuentran algunos de los temas que más me han gustado del juego. Muchos de ellos repiten en varios lugares, y el título de esta es suficientemente descriptivo, sonando en tres de ellos. Lo más atractivo del tema son quizá sus cambios de tesitura tonal, aunque conservando en todo momento el dramatismo y la sensación de peligro, aun sin ser un tema excesivamente rápido, el ritmo de algunas notas le imprimen una velocidad extra.



Wilderness. Es el tema que nos acompaña en nuestro caminar por prados y desiertos, montañas y orillas. Tiene la cadencia justa como para enganchar sin hacerse excesivamente pesada o cargante, y la melodía perfecta para destilar ese aire inconfundiblemente aventurero, combinando, por una parte, notas constantes y graves, y por otra, otras mucho más melódicas e iluminadas. Es un tema que deja muy buenas vibraciones. Lástima que sea tan breve, pero lógicamente, hablamos de una Game Gear. Aunque tenga el mismo título, nada tiene que ver a nivel sonoro con el homónimo del arcade.



Death Pyramid & Gayn Mountain. Otro que escucharemos por partida doble, aunque a decir verdad, le sienta muchísimo mejor al Desierto de la muerte, por motivos que resultan más que obvios cuando se escucha, con esas estructuras tan arenosas y arábicas, que te hacen sumergirte aún más en el lugar. Creo que con unos segundos más, podrían haber estado mejor aprovechadas sus posibilidades, ya que se trata de una melodía realmente buena, sustentada con una percusión variada y muy bien trazada. El misterio de la gran pirámide está estupendamente reflejado en ella.



Ice Cliffs. Y de sofocantes dunas y bloques de piedra, pasamos a otra de las zonas temáticas del mundo de Yuria, en este caso, al helado paso hacia el castillo de Death Adder, conocido como Ice Cliffs. Posiblemente, el tema que escuchamos aquí es el más movidito del cartucho, y además, las gélidas notas de su comienzo también aportan mucho a la ambientación, escalas descendentes que se transforman en su melodía principal, tremendamente épica. Atención también a las notas secundarias (a veces, casi erráticas), que complementan y dan mucho color al tema.



Ending. Desde el principio de la aventura, estuve deseando escuchar algo como esto, y aunque tarde, llegó en los créditos. Solamente por ella, y por ese victorioso vuelo de nuestro héroe a lomos de un águila, estamos ante uno de los poquísimos momentos del juego que podrían ser considerados como emotivos. Escuchadla bien, deleitaos con sus notas, y con la cantidad inesperada de emociones que guarda en su interior. A pesar de su lógica simpleza sonora, el autor demostró aquí un ingenio compositivo fuera de toda duda, empleando sonidos únicos, escalas ascendentes, notas que casi se salen de tono, sutiles deceleraciones rítmicas, un inicio maravilloso, picos muy marcados de intensidad... una joya que me ha ido directa al corazón, y con mucha diferencia, mi favorita.